01-04-2006 - Huellas, n.4
Filosofía Maestro Leyendo a Platón... Curso filosófico Un estilo de ensayo (Huellas publicó una entrevista al profesor Komar en el n. 2 de 1996, p. 12 ss., bajo el título: “Retorno a la realidad”) un verdadero educador Lúcido y apasionado. Así fue, durante más de cincuenta años, el magisterio del doctor Emilio Komar. Lúcido para captar lo esencial sin dejar de lado lo concreto. Apasionado en el contemplar y transmitir, hecha accesible y familiar a los más variados auditorios, “la verdad de las cosas”. Lleno de vibración para hacer vibrar a otros con el atractivo fundamental y la positividad de lo real y de su Creador. Comunicado de Emilio Komar La alternativa cultural de fondo La alternativa cultural de fondo se juega hoy entre el realismo y el idealismo. ¿Es el idealismo el adversario principal del cristianismo? Es su enemigo radical, porque el pensamiento idealista es la absoluta falta de respeto por lo dado: Concibe todo casi como si fuese creado ex nihilo; pero este partir de la nada hace que los idealistas se encuentren al final en y con la nada. ¿Por qué este final nihilista? «Deus eduxit res ex nihilo», dice santo Tomás, Dios ha creado el mundo de la nada. Si no existiese una fuerza, un bien, un Ser pleno, que existe desde siempre y para siempre, la única alternativa sería que las cosas se hubieran creado ellas solas: el ser sería el tránsito en un viaje que va de la nada a la nada. El nihilismo moderno es la necesaria consecuencia de esta posición que se encuentra en la raíz del propio idealismo. Pero nosotros no podemos hacer nada con la nada, nosotros somos sólo colaboradores de Dios en la creación del mundo. (...) Nosotros no somos “cosistas” como ellos dicen. La realidad, las cosas, no pueden ser tomadas como simples hechos; hay en éstos una profundidad irreductible. Así como detrás de una obra de arte hay un artista, alguien que las ha sentido, amado y realizado, también las cosas han sido ya pensadas, queridas y amadas por Dios. Nosotros, de hecho, pensamos las cosas después de Dios, y siguiendo el pensamiento que Dios ha tenido. Esta es una aproximación que los idealistas no pueden soportar... La idea de creación es fundamental para la comprensión del orden de las cosas. El maestro El artículo 41 del documento “La Escuela Católica” (1978) habla así de lo que es un maestro: un hombre «preparado y dotado de la sabiduría cristiana». Es decir, no sólo especialista en su materia, sino también hombre formado sapiencialmente. No se trata de una simple suma o yuxtaposición de los dos saberes, sino de una profunda convergencia entre ambos. Después se dice que tal maestro «transmite al alumno el sentido profundo de lo mismo que enseña»; esto es, no sólo hechos, informaciones, esquemas, fórmulas y métodos, sino el “sentido profundo” de todo aquello. Y, en tercer lugar, el maestro, mediante este sentido profundo, «trascendiendo las palabras, conduce al alumno al corazón de la verdad total». El camino a la “verdad total” pasa por la transmisión del “sentido profundo” de lo que se enseña. La “verdad total” tiene que surgir, con toda naturalidad, de una enseñanza que nunca puede quedar en la mera superficie porque por su propio peso tiende a penetrar en la razón honda de las cosas. (...) Lo que sale del corazón llega al corazón. Si el maestro explica lo que ama, lo que le gusta, lo maravilloso, entonces llega al otro que lo escucha. Dos culturas, dos mentalidades La profundidad no es privilegio de nadie. Y, con ella, la sabiduría. (...) Y es cierto. Y, por otro lado, la sencilla cultura popular puede ser depositaria de tesoros de sabiduría y profundidad. Pensemos en el elogio de los pastores de la montaña castellana, hecho por Unamuno, rector de Salamanca, que escapaba periódicamente de su sede para regenerarse con el vigoroso sentido común de aquellos. Mencionemos el elogio de los analfabetos de Castilla, hecho por Pedro Salinas y José Bergamín. La exigencia del sentido profundo y de la actitud sapiencial implica necesariamente una actitud crítica. El corazón en sentido bíblico es órgano de discernimiento antes de ser órgano de decisiones profundas. Es la tesis agustiniense del “amor bene discernens”, amor que discierne bien. Todo verdadero amor es así. Discierne bien. Dicho con términos griegos, es “crítico”. “Krínein” en griego significa “discernir”. (...) Criticar no significa agredir; criticar significa simplemente discernir, juzgar, teniendo presente la realidad de las cosas. La crítica de algo puede ser buena, muy buena, si la cosa es buena o muy buena. Ser crítico no significa ser agresivo, pero sí valiente para establecer la verdad. Por esto el genuino sentido crítico no excluye, sino que incluye una cierta benevolencia para la cosa que es objeto de discernimiento, porque sin un poco de buena disposición no hay verdadera atención, sin lo cual, a su vez, no hay discernimiento objetivo. La criticidad y la benevolencia pueden y deben moverse en sentido de una siempre mayor convergencia. Cuando la verdad de las cosas queda excluida, todo el pretendido saber cultural deja de ser crítico, para convertirse en un conocimiento fáctico acerca de lo que es ahora “actual”, es decir, lo que está de moda o pronto se pondrá de moda. La “criticidad” entonces pierde todo discernimiento para transformarse en una agresividad en servicio del carácter tiránico, propio de las modas. (tomado de la conferencia “Fe y Cultura” de 1979; véase también: Roland Barthes, Système de la Mode, 1978) |