CL EN EL
MUNDO
¿Es justa la vida?
La crisis profunda que atraviesa Venezuela exige un protagonismo
que parta
de una posición cultural capaz de optar por el bien y lo posible,
poniéndose al servicio de las necesidades más urgentes y de los
más desamparados. Las obras hablan de la Presencia que hace justa la vida
de los hombres
FERNANDO MORENA
La incertidumbre está de moda. Si miramos a nuestro alrededor éste
es el factor predominante en el estado de ánimo de la gente y las anécdotas
de todos parecen confirmarlo. En estas semanas hay gasolina en las principales
ciudades de Venezuela, con lo cual no tenemos que hacer las colas que pasaban
de 6 horas a 3 días, pero no sabemos si la semana que viene habrá;
ya se comienzan a ver en los supermercados algunos alimentos que antes escaseaban,
pero no se sabe si dentro de poco faltarán nuevamente, porque la producción
está casi parada.
Crisis total
Nadie sabe hasta cuándo tendrá trabajo, porque la situación
económica cada vez es más débil, muchas empresas han cerrado
y la inflación entre enero y febrero alcanzó casi un 10%; llevamos
más de un mes con el mercado cambiario parado, es decir, no hay dólares
para particulares ni para empresas, en una economía que depende en un
80% de las importaciones; la violencia va desde bombas en embajadas, hasta
las disputas entre vecinos y amenazas a algunos colegios católicos;
la crisis de la policía de Caracas hace que mucha gente haya optado
por no salir en las noches por la creciente inseguridad personal; la falta
de justicia es notable, hasta personas con antecedentes penales son ahora jueces
y aún no se han esclarecido una serie de hechos fatales que van a cumplir
casi un año; en el campo político se escuchan muy pocas alternativas
serias para salir de la crisis por ambos lados, y por parte de la oposición
al gobierno pareciera que ya empiezan a repartirse el botín.
Guerrilla y terrorismo
Si salimos de nuestras fronteras, lo cual no es muy común porque la
mayoría de la información se centra en nuestra dramática
realidad venezolana, tenemos la guerrilla en nuestra vecina Colombia, el tema
del terrorismo a nivel mundial, la guerra que EEUU está lanzando contra
Irak, la amenaza nuclear de Corea del Norte, etc. Se diría que no hay
lugar en el mundo en donde podamos encontrar refugio de todas las amenazas
que nos rodean, que nos hacen estar hasta paranoicos e inseguros sobre nuestro
destino. Es evidente que el hombre no controla su destino, pero frente a la
fuerte presión y al clima de conflictividad que se vive, pareciera que
no nos queda nada al que aferrarnos.
Una fuerte provocación
En estos días, conversando con unos amigos sobre la difícil situación
que vivimos y los múltiples problemas que encontramos a diario, les
dije en tono de provocación: «dame una razón para no irme
inmediatamente de Venezuela o apartar a mis hijas y mi esposa y luego pegarme
un tiro yo mismo, porque ¡¡para qué vale la pena vivir en
este sufrimiento!!» La respuesta fue el silencio. En este sentido, una
de las cosas más impactantes que me ha pasado en
estos últimos días es ver cómo constantemente don Giussani
juzga la realidad de una manera que hace emerger en mi vida las razones de
mi existencia. Especialmente me ha impresionado la posición frente a
la tragedia del Columbia y a la amenaza de guerra en Irak. La pregunta que
Giussani lanza es fulminante: «¿Es justa la vida?».
Para no venirse abajo
El hombre choca constantemente con su límite, con su incapacidad de
llevar adelante las cosas según sus proyectos, y esto, gracias a la
mirada que Giussani nos ayuda a tener, se aplica desde el Columbia hasta nuestra
realidad en Venezuela. Porque cuando una persona ve que el sueño de
toda su vida se cae, que estudiar en un país donde el desempleo va creciendo
no vale la pena, cuando ve quebrar su empresa o pierde el trabajo, cuando ve
amenazada la seguridad de sus hijos o la propia, cuando ve que un país
tan rico como Venezuela está sumergido en la peor crisis de su historia,
que habiendo tenido una de las empresas petroleras más grandes y productivas
del mundo se pasa hambre y carencias, es normal que la voluntad y las ganas
de seguir luchando desfallezcan. Incluso la idea de “patriotismo” se
puede venir abajo frente a esta dificultad.
Pase lo que pase
De cara a esta situación dramática, Giussani escribe: «Pase
lo que pase, la misericordia está en el trasfondo de todo lo humano.
La misericordia: Dios vence el mal dentro de la historia con el bien, con una
positividad que ofrece sentido a todo lo que sucede». Una persona que
escucha algo así no puede irse de la misma manera, sobre todo si en
su vida ha sido testigo de esa misericordia de Dios, y todos de una u otra
manera lo hemos sido. No se trata de obviar la dramaticidad de la realidad
y pretender que todo esté “normal”, de fingir que no pasa
nada. Es evidente que tenemos problemas, que pasamos dificultades, pero frente
a esta realidad, como se nos dice, debemos tomar una decisión: «El
hombre debe dejar que el bien triunfe sobre el mal. Debe elegir el bien, y
no insistir en subrayar el mal».
Signos buenos
Tenemos frente a nuestros ojos, de manera tan objetiva y real como lo son los
problemas y las dificultades, numerosos signos de su misericordia y de cómo
actúa el bien entre nosotros. Para mí ha sido evidente en la
forma en que nuestra amistad nos ha ayudado a juzgar la situación política,
a responder de manera solidaria frente a la crisis económica y social,
y a no quedarnos pasmados frente a las circunstancias, sino a ponernos en marcha
con acciones concretas que parten de una experiencia.