cartas
a cargo de MARÍA PÉREZ
huellas@retemail.es
CAROLINA DEL NORTE
Tras los barrotes
Publicamos la carta enviada por un preso norteamericano a un amigo italiano
¡Tu carta ha sido una sorpresa maravillosa! He visto recientemente un montón de imágenes de Italia en la televisión, como la erupción del Etna en Sicilia. Es muy generoso por tu parte escribir a alguien que está en la cárcel. A mí la idea de escribir a alguien me llena de vergüenza, ya sea por el sitio en el que me encuentro como por los errores que he cometido. Tengo ganas de saber algo más de CL, de don Giussani y de ti. Oí hablar por primera vez de CL hace algunos años. Estaba leyendo una revista, Inside the Vatican, y había un artículo sobre los nuevos movimientos en la Iglesia, en el que se mencionaba a CL y al Opus Dei. Después empecé a recibir un periódico, Magnificat, en el que aparecen a menudo escritos y discursos de don Giussani, y enseguida me sentí atraído por sus pensamientos y porque revela una comprensión profunda de la importancia de Jesús y de nuestra necesidad de abrazarle. La cárcel es dura, a veces parece que va a aplastarme, pero me consuela contemplar la humanidad de Jesús, su dolor, su soledad en Getsemaní y el ánimo que nos infunde: «En el mundo tendréis luchas; pero tened valor. Yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). Vivo en una parte de EEUU en donde los católicos son muy escasos, y aquí en la cárcel somos todavía menos. De setecientos detenidos sólo cinco somos católicos, mientras que la mayor parte son musulmanes o cristianos protestantes fundamentalistas. Pero no van mal las cosas. Dos veces al mes viene un sacerdote a celebrar misa. Es un hombre estupendo, y me encanta escuchar las explicaciones que da de la Escritura. Me encantaría que me contaras cosas sobre ti. ¿Cuánto tiempo hace que estás en CL? ¿De qué forma te ha ayudado el Movimiento en tu crecimiento espiritual? ¿Tienes (tú o CL) algún ideal político? A mí me fascina la política. Aquí en América los políticos católicos parecen avergonzarse de su religión. Visité Francia en 1992 (estoy en la cárcel desde 1996, desde que tenía 25 años y, si Dios no hace un milagro, saldré cuando tenga 43). Me encantaría visitar otros países de Europa, sobre todo Italia, porque tenéis un montón de historia, de cultura y de belleza en vuestro país. EEUU es un país con muchas cualidades positivas, pero es joven, le falta una historia, y es preocupante su cultura, esa que exporta a todo el mundo: es desvergonzada, vacía y violenta. Somos una nación que tiene necesidad de Cristo.
Joshua
NIGERIA
De viaje por Makurdi y Jalingo
La misión estaba compuesta por Gabriella, Tea, Willy, James (universitario) y Joseph (bachiller). Se trataba de un largo viaje de diez horas en coche entre Lagos y Makurdi y otras cinco horas entre Makurdi y Jalingo. Jalingo se encuentra en el estado de Taraba, una zona semi desértica al norte de Nigeria, escenario de enfrentamientos entre musulmanes y cristianos. Durante la primera parada en Makurdi, Josephine, profesora en la universidad del lugar, y algunos universitarios estuvieron con nosotros y nos hospedaron aquella noche. A la mañana siguiente partimos con Josephine hacia Jalingo. Sor Caterina, una franciscana que conoce y estima al Movimiento, nos esperaba con un grupo de estudiantes, en total unas veinte personas. Por la tarde hicimos una peregrinación a la ermita de la Virgen, en donde rezamos el rosario. Nos unimos así, aunque con retraso, a las intenciones de Loreto. Fue un gesto sencillo, pero muy significativo. Al día siguiente sor Caterina había organizado un encuentro, invitando también a gente nueva. Nuestros amigos Willy, James, Josephine y Joseph abrieron el encuentro con un testimonio personal sobre la experiencia del Movimiento y presentaron las exposiciones Libertad y Moralidad (las dos primeras exposiciones de GS). Caterina tiene intención de utilizarlas en Navidad, en un concierto de villancicos organizado por las escuelas superiores. Por la tarde fuimos a saludar al obispo de Jalingo, que nos recibió con mucha familiaridad y nos dio su bendición. El domingo por la mañana iniciamos el viaje de vuelta a Makurdi. Al llegar, trabajamos con los universitarios la Escuela de comunidad y hablamos de la posibilidad de que tres o cuatro de ellos se unieran a los estudiantes de Lagos con ocasión de la visita de los amigos italianos del CLU. Son chicos que están ahí, independientemente de lo que hayamos hecho o no. Son dos realidades que siguen el carisma en condiciones dificilísimas. A 15 km. de Jalingo se encuentra Kona, una aldea típica africana llena de cabañas, en la que sólo hay dos teléfonos públicos y en la que vive gente muy pobre y sencilla. Nos sorprendió escuchar a estos chicos hablando siempre de don Gius. Sor Caterina, a pesar de su situación difícil desde el punto de vista tanto logístico como de su misma orden (son cuatro monjas: ella, dos nigerianas y una filipina), vive una evidente pertenencia al carisma de don Giussani y tiene un gran deseo de comunicar lo que para ella es la raíz de su vocación. En Makurdi hay una realidad muy nueva de universitarios, la mayoría de los cuales conoció el Movimiento el año pasado. Su experiencia es aún frágil, y se enfrentan en la universidad al problema del cultismo (sociedades secretas). Todo aquello que no es una asociación oficialmente reconocida por la universidad o por el capellán católico es sospechoso de cultismo. Por eso sólo pueden tener la Escuela de comunidad en la iglesia, en donde se encuentran todas las asociaciones católicas a la misma hora: esto provoca una gran dispersión. También Josephine tiene muchos problemas en la universidad. Fue relevada de un puesto de responsabilidad, y ahora sigue dando clases, pero no tiene despacho y tiene que trabajar en su casa. Nos parece intuir, detrás de esta situación dramática, un problema tribal. Fue muy importante para Josephine venir a Jalingo y estar con sor Caterina. Entre ellas nació el deseo de ayudarse, estando las dos en lugares relativamente cercanos. Para que Josephine no sienta sobre ella el peso de toda la responsabilidad educativa en circunstancias tan difíciles, insistimos en que los universitarios de Makurdi cultivaran una relación directa con los universitarios de Lagos y con los del CLU en Italia.
Pier Alberto
FERRARA
El desafío del inicio
Querido don Giussani: el año pasado en clase yo era un alborotador, hacía de todo, terminé incluso un par de veces en el despacho del director por faltas de disciplina. En resumen, era lo que se dice un gamberro. Este año han cambiado muchas cosas. En primer lugar, yo mismo. Trato todo de forma distinta, a los profesores, a los compañeros, a los amigos, no como un buen chico, sino de forma verdadera, del mismo modo en que se me trata a mi. Me doy cuenta de que es mucho más difícil tratarles así, porque me toman un poco el pelo, y este es el desafío, porque a pesar de esto yo sigo tratándoles por lo que son, con una certeza increíble. Porque cuando alguien me tomó de la mano, y me acogió por lo que soy, sentía que esto me correspondía verdaderamente. Si esto ha sido verdad para mí, lo es también para ellos. Estoy seguro de lo que llevo, y en los momentos de crisis sé con precisión que hay alguien, un rostro al que me puedo pegar y que está más seguro que yo. ¡De repente se vuelve todo más verdadero! Para mí el desafío es llevar a Otro en cada instante. Mi esperanza es la certeza de tener a alguien cercano a mí que me quiere, y dejarme querer es lo que cumple mi vida y me da una paz y un gusto increíbles. Me he convertido incluso en una esperanza para mi familia, destruida en el curso de dos años: mi padre con otra mujer, mi madre con otro hombre y mi hermano en paro y con su novia embarazada. Yo, que soy el más pequeño de todos, me doy cuenta de que soy padre, porque vienen todos a mí a pedir sostén y ayuda, y mi presencia es su esperanza. Termino contando lo que me pasó el otro día: estaba en el colegio y un compañero me preguntó que por qué ya no exponía mis ideas políticas como el año pasado, que por qué no montaba follón como el año pasado... y yo le respondí que sencillamente me había hecho cristiano. Él me miró, hizo una mueca y se fue... Se quedó fatal, ¡no se esperaba una respuesta así! Está claro que la verdad es incómoda a los ojos de mi amigo... pero es hermoso, porque ha comenzado un desafío que, además de divertirme, me hace descubrir aun más quién soy yo.
Carta firmada
Mendigos de una relación
Publicamos una carta sobre la experiencia de la caritativa en la parroquia de San Ignacio, a una cuadra de la Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires, que Aníbal Fornari nos ha enviado. Un conmovedor testimonio de viva misericordia.
Querido Aníbal: Te escribo sobre mi experiencia en la caritativa. Todos los Domingos junto con algunos amigos damos una merienda a la gente de la calle en mi Parroquia. Esta caritativa tan bizarra en sus orígenes como en su forma expresiva empezó como don y tarea al mismo tiempo hace dos años y medio. De mil maneras he aprendido que el Misterio es sobre todo Misericordia, en la forma de Amor providente y desconcertantemente gratuito (o sea radicalmente diferente del nuestro), por lo tanto, es mejor dejar la calculadora de lado. Además he aprendido que el hombre (todo hombre) es sobre todo mendigo, y mendigo de Misericordia. Sobre este último punto me sorprendió advertir que mis amigos de la calle más que el pan y el mate cocido buscaban ardientemente una relación. Alguien que los reconociera y los llamara por su nombre, concretamente alguien que los amase. ¿Te das cuenta? Así fue como poco a poco (porque no soy un genio) me di cuenta de que mi única tarea importante, mejor: mi única tarea, no era organizar la caritativa sino ser el rostro de Cristo, el rostro del Amor para ellos. Ser un testigo de la Misericordia, sin quedarme en sus límites y pecados (que son muchos); del mismo modo que se me trata desde hace muchos años, a través de un rosario de rostros: el P. Quique, el P. Francisco, el P. Mario, el P. Pierpaolo y tantos otros amigos, entre los cuales también estás Vos y tu misteriosa pero concretísima paternidad. Como verás, es muy simple. Ningún esfuerzo de la imaginación como punto de partida. Solamente el intento de copiar con atrevimiento ingenuo esta mirada a la cual yo no me atrevo a dar otro nombre que Misericordia (¡Cuántas veces he sido perdonado yo!). Me dan ganas de llorar de alegría por la grandeza de nuestra vida. Hemos sido elegidos, he sido elegido solo por esto y para esto: ser Su Rostro entre la gente. Y Su Rostro es Misericordia. Claro, convengamos que cualquiera que me haya visto en la caritativa puede, tal vez, destornillarse un poco de la risa comparando la grandeza de las palabras que escribí con su traducción en la realidad, especialmente si conoció a los amigos que me ayudan. Una banda lamentable de seres; yo no podría elegirlos peor, aunque los quiero con todo el corazón; un grupo difícil de describir, compuesto por la crema y la nata de la calle: dos gays, tres madres de vida destrozada y peor psicología, un drogadicto, un cartonero alcohólico, un enfermo de SIDA, algunos con problemas con la justicia, casi todos ladrones, y la lista sigue. Pero me conmueve pensar que ellos (aunque no puedan aún decirlo) están allí por Cristo, y que esas dos horas, al menos esas dos, ellos y yo estamos como obligados a ser más buenos, particularmente en ese punto en el que se juega nuestra libertad: reconocer que el Ser es Misterio y el Misterio es Caridad; verdadero salto mortal para quien no es sencillo, también en su muchas veces dolorosa condición. Al principio no era así, sino que venía mucha gente respetable de la Parroquia a ayudarme, pero al tiempo, cansadas y/o desilusionadas conmigo y/o los merendantes, se fueron retirando una a una. ¿Viste? la generosidad siempre se cansa. Y no es un reproche. Los entiendo. Finalmente nos quedamos sólo los pobres elegidos. Te menciono solo un hecho, de los muchos que podría contarte, a riesgo de que me tomes por un vanidoso, pero no encuentro otro más expresivo y que me dé más paz al corazón, que demuestre cómo la Gracia toma a cualquiera en cualquier momento, y que «es inútil defenderse de ella», como decía Pèguy. En mi ascesis dominguera había algo que me molestaba al principio y era el que la gente (que ya superaban las 100 personas) me confundiera permanentemente con un sacerdote, y por lo tanto me llamaran padre. En una ocasión tuve que aclarar a uno de ellos (alto, sucio, desgreñado, de edad indefinida, que bien podrían ser 30, 40 ó 60 años) que se mostraba conmovedoramente atento y agradecido, que yo no era cura sino un simple laico, y que por lo tanto no correspondía que me dijera padre, a lo cual me contestó: «No importa, para mi...sois un padre». Un abrazo de corazón.
Mario Fretes, Buenos Aires
Wim Wenders
El curso del mundo depende en gran parte de la opinión que de él tenemos. La opinión que prevalece hoy y que es totalmente transversal es que el mundo va mal. Se admite que hay algo que va bien, pero esto no modifica la inclinación general, que es negativa. El bien existe, mas a fin de cuentas no incide en lo concreto. Dicha opinión empeora la situación y pretende justificar la inacción, el egoísmo y el desempeño. De esto me percato todas las veces que con palabras u obras alguien testimonia lo contrario. Hace unos días, el Corriere della Sera publicaba un testimonio del conocido director de cine Wim Wenders acerca de su vida y su trabajo, que se cerraba con una rotunda profesión de fe cristiana. Wenders cuenta cómo recibió una educación católica rígida y rechazó un cristianismo «formal, dogmático, vacío y sin vida», para abrazar primero el existencialismo, luego la actividad política en la izquierda, luego las drogas, el psicoanálisis y las religiones orientales. Pero eran todos «caminos equivocados». Y concluye: «Lo que en vano había buscado, de repente se me hizo claro y evidente; sólo la educación recibida me dificultó descubrirlo: saber que soy cristiano». ¿Por qué Wenders se adhirió a lo largo de sus años al existencialismo, a la lucha política, a las drogas y a las religiones orientales? Porque eran estas las respuestas disponibles con las que se encontraba. Un hombre genial, curioso y sencillo (como todos los hombres geniales) se mueve así. Acepta las propuestas más persuasivas y trata de comprobar su validez. Me pregunto entonces qué le permitió averiguar la validez de la fe que antes había rechazado. ¿La caída de las ideologías? No. Sería una respuesta en negativo, en virtud de una ausencia, de algo que ya no existe. Creo que el reencuentro con la fe cristiana a lo largo de un camino de compromiso continuo con la realidad, tanto en la vida como en el arte, tiene que ser fruto de algo que otros han sembrado. Especialmente Juan Pablo II, que dentro y fuera de la Iglesia, hablando a todos - cristianos o no - ha anunciado a «Cristo centro del cosmos y de la historia» beneficiando con ello a todo el mundo, antes y después de la caída de las ideologías (si es verdad que han caído). Creo que la fe de Wenders es un fruto, sin duda indirecto, del coraje y la libertad del Papa. Wenders ha encontrado a Cristo en el corazón de su compromiso con la vida, pero difícilmente lo hubiera hallado si otro no hubiese sembrado con abundancia. Una vida entera no bastaría para una búsqueda tan grande. Hay personas que permiten que la esperanza renazca entre los hombres. Juan Pablo II no pensó que el mundo iba mal e iría a peor. Siguió por su camino ofreciendo a todos lo que él mismo recibe gratuitamente.
Luca, Milán
Devueltos a la esperanza
Un grupo de abogados españoles, movidos por el deseo de profundizar en la fe como raíz de su profesión, promueven unos encuentros con algunos abogados de Italia pertenecientes a la LAF (Libera Associazione Forense). Publicamos los apuntes de la última visita.
Es muy difícil plasmarlo en palabras, pero intentaré resumir en qué ha consistido y qué ha supuesto el encuentro con algunos abogados italianos. En primer lugar, nos comunicaron su experiencia desde los orígenes de la asociación. La LAF concreta realmente una amistad nacida en la Universidad entre diversos estudiantes de Derecho que, una vez finalizados los estudios, tuvieron que enfrentarse al mundo del trabajo. A raíz de esta preocupación, empezaron a verse para abordar tanto cuestiones materiales, como otras más de fondo: la verificación de la vocación concreta de cada uno, los talentos y la forma en la que mejor se podían aprovechar, la consideración de su situación económica o el modo de ayudarse en los ambientes nada fáciles del recién licenciado que tiene que hacer un poco de todo. Esta preocupación fue copando cada vez más ámbitos de interés y les llevó a formar un grupo de Escuela de comunidad para poder juzgar todo lo que les sucedía a la luz de la fe. Fue un gusto verles juntos porque, dentro de la diversidad de cada uno de ellos, se expresaba el fruto de una amistad madura. Una amistad para el camino personal es fecunda porque se abre a toda la realidad, deseando que los demás puedan participar de lo que todos hemos recibido gratis. Así, tal y como nos decían, uno sirve a la LAF y a la sociedad a través de su trabajo con la conciencia de que sirve a la obra de Otro. Por la profesión que ejercemos, estamos muy en contacto con uno de los temas más candentes que afectan a la persona: la justicia. Nuestros colegas nos han acercado a través de su experiencia al verdadero concepto de justicia. Por su realidad histórica, especialmente centrada en el período de Tangentopoli (época iniciada en los años 90 en la cual se llevó a cabo una acción judicial muy intensa contra la corrupción de políticos y empresarios) y en los años sucesivos, ellos han podido experimentar cómo la justicia abstracta no sirve si no va a acompañada de una consideración por la persona. Tener en cuenta a la persona lleva implícito el deseo y la necesidad de que la misericordia esté presente en el criterio que juzgue nuestros actos, lo cual no quiere decir que las leyes no deban aplicarse, pero sí que cuando se apliquen se tenga en cuenta qué es el hombre. Así, por ejemplo, les resultó claro que si una acción judicial llegaba incluso a destruir el bien común, tenía en sí misma algo de injusto y violento. La persona no se reduce al delito que acaba de cometer. Debemos ser conscientes de nuestros límites y errores, y a la vez de que es a través de un abrazo gratuito como somos recuperados cada día y devueltos a la esperanza. Una posición así frente al hombre no es habitual en la sociedad de hoy en día; por eso, nuestros amigos se dejan la vida y el corazón para que otros lo puedan encontrar. Pero lo más bonito es ver cómo su fidelidad y deseo redunda en su propio beneficio. En ellos se acrecienta la certeza de lo que más corresponde al corazón. Ni el éxito en el trabajo, ni el dinero, ni una familia preciosa bastan al corazón del hombre. Así surgió la LAF. Por lo que a nosotros se refiere, les hemos escuchado atentos y hemos intentado enseñarles lo más bonito de nuestra ciudad y ¡lo más exquisito de nuestra gastronomía! Imaginad lo que puede suponer un encuentro de este calibre para personas a quienes les corresponde por trabajo mantener la esperanza de los hombres en este ámbito de la justicia a veces tan duro, impersonal e incluso injusto. Gracias Paolo, Luca, Carlo, Antonio, Giuseppe y Riccardo. ¡Y hasta pronto!
Mercedes, Madrid
PARAGUAY
Tirando del mismo carro
Querido don Gius: Quiero compartir con usted lo que estoy viviendo en esta compañía que he conocido hace unos meses, durante las vacaciones. Hace una semana, en Paraguay, vivimos el Happening 2002 cuyo lema fue El Trabajo: inicio del cambio. Fue la primera experiencia y ha exaltado tanto mi corazón que no puedo dejar de compartirlo. Pertenezco al grupo de jóvenes trabajadores, que asumió la responsabilidad del evento, y yo colaboré en la organización. Fue algo totalmente nuevo y muy desafiante, porque desde el principio veía que era de mucha envergadura. La semana antes de empezar, leyendo el capítulo sexto de Los orígenes de la pretensión Cristiana en la Escuela de comunidad, me impresionaron sobremanera estas afirmaciones: «La libertad del hombre se verifica mucho más en la experiencia de las relaciones con lo que le pertenece que directamente consigo mismo... - y más adelante - Esta es la cosa: Jesús se pone en el centro de estas relaciones, como si fuera el corazón en el que éstas tienen su origen y sin el cual no tendrán vida». No voy a negarlo, al principio no lo entendí, pero sí sentí un gozo inexplicable, y me di cuenta de que el happening era algo mío y que si no ponía en juego mi libertad no haría experiencia de ello. Fue todo un éxito. Más de 700 personas participaron en la conferencia sobre El trabajo humano, generador de un cambio, de Luis Enrique Marius, vicepresidente de la Confederación Mundial del Trabajo (CMT) y en la presentación de tu libro El yo, el poder, las obras a cargo de mons. Filippo Santoro, obispo auxiliar de Rio de Janeiro. Como jornada de clausura compartimos un almuerzo y disfrutamos de música, deportes y juegos para los niños. La prensa lo destacó ampliamente; a los participantes les resultó novedoso el modo de abordar el problema del trabajo reclamando a una responsabilidad personal y una solidaridad, sobre todo ante la grave situación de desempleo que estamos viviendo en Paraguay. Hoy entiendo estas palabras que me llamaron tanto la atención, pues las experimenté al ver a mis amigos e incluso a mi misma, todos tirando del mismo carro, con diferentes personalidades y caracteres, cada uno con problemas que sortear, pero todos juntos apasionados por esta obra. Ahí fue donde comprendí que es Cristo el que estaba en el centro, el corazón que nos movía. Es lindo experimentar esta libertad; antes no la entendía bien; hoy sin embargo, la estoy viviendo. Siento una alegría muy grande, me siento libre, amada, feliz, casi como aquel esclavo frigio que estuvo encadenado en las minas con Barrabás. Cuando me imagino esta escena solo puedo contemplar una sonrisa que iluminaría el rostro del esclavo, puedo contemplar la extrañeza de Barrabás al ver a aquel que le daba repugnancia, me imagino lo libre que era este pobre esclavo frigio, libre porque era Cristo el que le daba vida, porque era Cristo el origen de su Libertad y también de la mía. Haber conocido el Movimiento, para mi es algo excepcional. Yo siempre fui una persona de las que comúnmente llaman en Paraguay de Iglesia, era catequista, estaba en la liturgia, era una parroquiana muy activa, pero hoy puedo afirmar que no conocía a Cristo, era como saber que tengo una madre pero no verla, estar a su lado pero no sentirla. Con la experiencia de esta compañía puedo decir que ahora conozco a Cristo, porque ahora lo siento presente en mi cotidiano vivir, ahora estoy aprendiendo a vivir mi realidad como es. El Misterio ha reservado para mí esta experiencia.
Ana Victoria, Asunción