Don total de sí
En el Consistorio del 21 de
octubre el Papa creó cardenal, entre otros, a Angelo Scola, patriarca
de Venecia. «Que la misericordia perdone mi fragilidad y me conceda un
corazón de niño para poder seguirle»
a cargo de Alberto Savorana
En el Consistorio convocado en el vigésimo
quinto
aniversario de su pontificado, Juan Pablo II creó cardenal entre otros
a Angelo Scola. Al recibir la noticia del nombramiento el Patriarca de Venecia
pidió a la Iglesia veneciana, en particular a los enfermos, a los niños
y a los ancianos, que le acompañaran de forma especial con la oración
diciendo estas palabras: «Creo que lo fundamental es que nos ensimismemos,
como bautizados del patriarcado de Venecia, en lo que significa la dignidad cardenalicia,
dignidad que el Papa ha querido conceder, a través de mi persona, a todo
el Patriarcado.
Partamos de las cosas más sencillas, aunque puedan suscitar temor a primera
vista. El color púrpura se debe a la sangre, y la dignidad cardenalicia
supone estar dispuesto a servir a Jesús en su Iglesia hasta llegar a dar
la sangre. Espero que el Señor no nos pida esto, pero ciertamente nos
pide un ofrecimiento total de nuestra vida. Una de las expresiones más
bellas y significativas que pronuncia a menudo el Santo Padre es la expresión “don
total de sí”. Yo pido que todos nosotros sepamos llevar a cabo este
ofrecimiento y pido personalmente al Señor la gracia de que su misericordia,
por un lado, perdone mi fragilidad y mis límites, y también que
me conceda un corazón de niño para poder seguirle. Y sobre todo
que me haga ver cuántos en nuestra Iglesia, pobres, marginados, niños,
ancianos, enfermos, gente sencillísima, están haciendo esto. Pienso
que nosotros los cristianos debemos mirar a los testimonios presentes. Creo que
esta es la esencia. ¡Ay de nosotros si nos perdiésemos en los aspectos
mundanos relacionados con este evento!».
La unidad con los ortodoxos
«
Los vínculos de Venecia con el Oriente cristiano pertenecen al ADN de
nuestra Iglesia. (...). Allí donde la comunión es profunda desde
el punto de vista del sacramento y del dogma, tarde o temprano la unidad debe
triunfar. Es cierto que el camino es todavía largo, y se ha visto de alguna
forma complicado por la situación geopolítica mundial después
de la caída del Muro de Berlín. (...) El sujeto adecuado del ecumenismo
es el pueblo santo de Dios. El ecumenismo se da a nivel de pueblo, como enseña
la experiencia de Rumanía, con ese famoso grito “¡Unidad,
Unidad!” que la muchedumbre lanzaba mientras Juan Pablo II y el patriarca
Teoctist se abrazaban en Bucarest. El diálogo teológico debe permanecer
dentro del sensus fidei del pueblo. Hay que cultivar el camino desde abajo
y creo que obrando así se podrían dar pasos inesperadamente más
rápidos».
(Angelo Scola entrevistado por Andrea Tornielli . Il Giornale, 21 de octubre
de 2003)