Pregària per la Pau
Un grupo de laicos de Barcelona impulsó hace unos meses una iniciativa para implorar la paz en el País Vasco y en toda España. La paz es mucho más que el cese de la violencia
GIORGIO CHEVALLARD Y DIEGO GIORDANI
Todo empezó con una simple propuesta en una cena entre amigos. Sin embargo, el miércoles 17 de enero casi 700 personas se congregaron con motivo de la Misa por la Paz, presidida por el Cardenal Ricard María Carles. Un amigo, Josep Miró, nos propuso un gesto que tenía el regusto de la verdad y a la vez del desafío: ningún poder político puede llegar a erradicar la violencia y devolver la vida donde se ha sembrado muerte, pero para Dios nada es imposible. Hay que implorarlo de Él.
La propuesta
Fuimos pensando en proponer un encuentro mensual - todos los terceros miércoles de mes - que sería una Misa, porque nos parecía lo más adecuado para manifestar que sin una fuerza mayor que la humana «no podemos hacer nada». Habría una breve introducción y un cierre a cargo de quienes promovíamos la iniciativa, con la invitación a rezar cada día personalmente por la paz y un juicio sobre los sucesos más recientes.
A la agilidad organizadora de Josep y de sus conocimientos del mundo político y de los medios de comunicación - es portavoz de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona -, se sumó el dinamismo y las habilidades en internet de Pedro Judez, junto con la pasión de los padres Francesc Vergés y Toni Deulofeu. A nosotros nos tocó colaborar en la redacción de un texto que sirviese de principio inspirador, y promover la idea entre los amigos, las realidades eclesiales y en el entorno del centro Cultural Charles Péguy.
Fuera de los esquemas
La paz es mucho más que el cese de la violencia, es Cristo mismo y lo que de Él nace entre los hombres. Esta convicción obliga a superar cualquier esquema político, nacionalista o centralista, para ir al fondo de la verdad.
El gesto público para pedir la paz ha tenido una significación especial, porque nos ha dado la oportunidad de reconocer la unidad que surge de la fe. Invitamos a algunos católicos de distintos partidos políticos y obtuvimos una buena respuesta por parte de todos. La unidad que se puso de manifiesto está por encima de las diferencias de proyecto, juicio o partido. Y no es poco. Pedir por la paz implica siempre una conversión personal, estar dispuestos a cambiar nuestras medidas y reconocer una realidad más grande que puede abrazar todo lo humano.
Una profunda sintonía
La primera Misa se celebró en la parroquia de San Agustín, donde el párroco, Toni Deulofeu, hospeda a una casa de las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa. Se trata de una gran iglesia en el corazón de la Barcelona marginada que sufre, a la que acuden muchos colectivos católicos que no salen en la prensa y muchos inmigrantes. La participación fue masiva y contó con la asistencia del alcalde de San Adriá de Besos. Ciudad castigada pocas semanas antes con el asesinato de uno de sus concejales populares, su alcalde, socialista, tuvo el coraje moral y político de solicitar a todos los partidos democráticos que integrasen su nuevo gobierno aun teniendo mayoría absoluta. Cuando poco después del asesinato declaró por radio: «¿De qué me sirve tener mayoría absoluta, si han matado a mi amigo?», en seguida se estableció con él una profunda sintonía que manifestaron también las palabras con las que intervino el acto.
Tierra azotada
En diciembre, la segunda cita cobró un fuerte dramatismo debido a que días antes habían matado a Ernest Lluch, una personalidad dialogante y defensora de la paz, conocedor y amante del País Vasco. Esa misma mañana había sido asesinado un guardia urbano. Pizarro, un policía amigo nuestro, fue uno de los primeros miembros de las fuerzas del orden en acudir al lugar del atentado y nos transmitió la dura experiencia de velar a un compañero. La violencia ha herido nuestra tierra con particular encarnizamiento. Juntos pedimos por las víctimas, por la conversión de sus asesinos y por la nuestra que tanto necesitamos todos en esta coyuntura histórica. También lo hicimos y de forma especial por la paz en Colombia, un país duramente azotado por la violencia de la ideología, tal como nos habían sugerido algunos colombianos que asistieron a la primera convocatoria.
Con la Iglesia entera
La propuesta se difundió y otras iniciativas similares nacieron en varios lugares del país. La Conferencia Episcopal Española ha invitado los cristianos a pedir por la Paz en las Misas de todas las diócesis de España. También los Obispos vascos y de Navarra se reunieron en oración el pasado 13 de enero, y el Santo Padre ha elevado su oración dando voz a la Iglesia universal. Mientras tanto, la fuerzas de orden han logrado desmantelar el comando Barcelona de ETA. Pero, desde luego, un cambio mayor se ha producido en todos los que nos hemos sumado a la súplica por una verdadera paz.