ARGENTINA
La dignidad necesaria
La sociedad argentina no vivía tiempos tan dramáticos desde por lo menos hace dos décadas. En solo doce días fallecieron 29 personas en enfrentamientos callejeros, renunció el presidente electo en 1999 y fueron designados dos presidentes por la Asamblea legislativa
SILVINA PREMAT
Asólo cinco días de la celebración de la Navidad, se produjeron violentos saqueos a supermercados y almacenes que provocaron la muerte de cinco personas en Buenos Aires, Santa Fe y Río Negro, el gobierno nacional declaró el Estado de Sitio en todo el país - medida que suspende las garantías constitucionales - y los residentes de la Capital Federal repitieron el cacerolazo, gesto de protesta que consiste en el estridente y continuado golpeteo de ollas y sartenes que habían implementado una semana antes durante la realización de un paro general.
El detonante
El 30 de noviembre y ante la evidencia de que el pequeño grupo de los grandes poseedores de dinero de la Argentina estaba saqueando los fondos en dólares de los bancos en transferencias a cuentas del Uruguay u otros países o a cajas de seguridad, el entonces ministro de economía, Domingo Cavallo, dio a conocer un plan de medidas tendente a limitar el uso de dinero efectivo que fue conocido por el corralito de la discordia visto que impedía las extracciones superiores a los $250 pesos semanales por persona. El intento de Cavallo de ayudar a los pequeños ahorristas ante la posibilidad de que estallara la convertibilidad pecó de inoportuno y fue interpretado como un atentado a la economía doméstica de la clase media metropolitana visto que imponía la bancarización de todo tipo de pagos. De un día para el otro, empleados, docentes, profesionales, cuentapropistas, en fin, todos los trabajadores debieron abrir cuentas corrientes y aprender a manejar las tarjetas de débitos. La repentina imposición de blanquear los sueldos (denunciar ante las autoridades estatales correspondientes los salarios y abonar las contribuciones respectivas) obligó a muchas empresas a descontar las partes en negro, es decir, a reducir el sueldo de sus empleados.
¿Una revuelta espontanea?
Los sectores más desprotegidos vieron agravarse su situación económica y social. El legítimo reclamo de alimento y trabajo no fue escuchado por los funcionarios del gobierno nacional. De ahí que se adhirieran inmediatamente a la propuesta de algunos grupos preparados para los asaltos y enfrentamientos - cuya identidad aún no se ha establecido - para saquear los supermercados y almacenes. Los medios periodísticos televisivos alentaban con sus prédicas la revuelta social y la autoridad política respondió con el establecimiento del estado de sitio en todo el territorio nacional. El discurso del Presidente de la Nación que acompañó el anuncio de dicha medida fue la gota que derramó el vaso. En medio de un clima de violencia el Dr. De la Rúa se dirigió al país anunciando intenciones y declamando promesas con el estilo propio de una campaña electoral y totalmente ajenas a la realidad por la que se estaba atravesando. Inmediatamente y sin que ningún grupo u organización lo provocara, la gente de la ciudad de Buenos Aires salió a las calles a manifestar su disconformidad.
Un vacío político
Al amanecer del día siguiente se conoció la renuncia del Ministro de Economía, la concentración de ciudadanos en la Plaza de Mayo fue reemplazada por grupos violentos que permanecieron allí durante todo el día en manifiesta actitud de desobediencia civil (se suponía que regía el estado de sitio que impide las concentraciones masivas). Los saqueos se multiplicaron en algunas ciudades y distritos bonaerenses. Al atardecer, el Presidente De la Rúa dimitió de su cargo.
El 23 de diciembre juró como nuevo titular del Poder Ejecutivo el Dr. Adolfo Rodríguez Saa, gobernador de la provincia de San Luis desde hacía 18 años. Siete días después Rodríguez Saa renunció aludiendo no contar con el apoyo necesario por parte de los gobernadores de su partido (justicialista). El primer día del año, las altas temperaturas del verano argentino, se trasladaron al Congreso donde, después de numerosos discursos grandilocuentes sobre los senderos que debería tomar el país, los parlamentarios designaron al Dr. Eduardo Duhalde, ex vicepresidente de la Nación y ex gobernador de la Pcia. de Buenos Aires, como nuevo titular del Poder Ejecutivo.
Dignidad
Las reacciones de violencia en las calles y el espectáculo de canibalismo político de los diputados, senadores, gobernadores y demás, profundizaron la sensación de incertidumbre y pérdida de dirección de la gente. Frente a esto, la mayoría de los intelectuales argentinos se encuentran desconcertados, aunque unos pocos tratan de juzgar de manera diferente. Es el caso del filósofo, devenido periodista, Santiago Kovadloff, con quien se ha iniciado una amistad a partir de un grupo de estudiantes de Letras del CLU de Santa Fe y del Centro Cultural Ícaro de Buenos Aires, quien en una columna de opinión de La Nación, uno de los dos diarios más importantes a nivel nacional, escribió que «la gente que en estos últimos días buscó la calle lo hizo para reivindicar su derecho a una vida con sentido. Y una vida con sentido es inconcebible sin dignidad. La dignidad no puede estar representada por los mercados. No es un bono ni un plazo fijo. Tampoco es una chequera. La dignidad florece donde hay trabajo, salud, educación... La gente está harta de ser despreciada».
Responsabilidad necesaria
Dos hechos significativos señalan que es posible encontrar respuesta a esa exigencia de dignidad y de sentido, puntualizada por el filósofo-periodista. Ambos expresan los vínculos de amistad que van entretejiendo una verdadera realidad de pueblo. En la austral Bariloche y en las centrales Sierras de Córdoba, se realizan durante todo enero tandas de vacaciones de verano por parte de estudiantes, de universitarios, de trabajadores y de familias de Comunión y Liberación. No se trata de una evasión de la dura realidad, sino de momentos educativos, en los que se renueva la pertenencia a un flujo de humanidad, que crea una esperanza real para todos. Por otro lado, ha sido designado como ministro de economía del nuevo gobierno el Dr. Jorge Remes Lenicov, cuya personalidad discreta, cuya reconocida integridad personal y estatura profesional mereció el apoyo de todos los sectores para conducir y transformar la grave situación económica argentina. El nuevo ministro ha venido aportando su ayuda esclarecedora en las tomas de posición sobre la vida política y la realidad económico-social de la Compañía de las Obras, lo cual nos impulsa a asumir nuestra responsabilidad educativa y cultural tan necesaria hoy para el bien de nuestro país.