a cargo de MARÍA PÉREZ
BRASIL
Una guía buena y segura
Querido don Giussani: Confío estas líneas a nuestra querida Rosetta, para recordarle que desde aquí, pensamos siempre en usted y pedimos al Señor por usted y su misión, hoy más significativa que nunca. También pedimos por todos nosotros, que le queremos y que siempre tratamos de llevar a la práctica todo lo que usted nos enseñó y aún seguimos aprendiendo, ¡porque jamás se acaba de aprender! La "tercera edad" es, sin duda, un tiempo para la comprobación suprema de la bondad y verdad de todo lo que se nos ha transmitido en la vida. Es tiempo aún de nuevos descubrimientos, sorprendentes e insospechados, ligados a esta nueva situación, en la que el abandono por nuestra parte corresponde por otra a la misericordia de Dios, y esto dibuja el panorama de una vida absolutamente nueva, llena de consuelo y de esperanza. Gracias a Dios, incluso en este tramo de camino, el más decisivo, se nos ha concedido su guía, buena y segura. Que el Señor la conforte y la sostenga siempre.
Pigi, Belo Horizonte
RUSIA
El Sentido Religioso también habla en ruso
El Aula Magna de la Universidad de Humanidades de Moscú registraba el otro día un lleno absoluto, el motivo: la presentación de la edición rusa de El sentido religioso, de Luigi Giussani. El público lo formaban estudiantes, profesores y personalidades del mundo de la cultura rusa, que ya habían tenido la posibilidad de tomar contacto con el autor y su pensamiento, a través de una exposición fotográfica realizada unos días antes, en los locales de la Universidad, y a través de un cineforum dedicado al mismo tema. Un tema que, por otro lado, está descalificado en el ambiente cultural moscovita de hoy, donde las modas «religiosas» de hace algunos años están ya pasadas y han dejado una cierta estela de desencantado escepticismo. Y no es un caso aislado, porque, como dijo el académico Averincev (recientemente condecorado en Italia con el Premio de la «Fundación Agnelli», y profesor honoris causa en algunas universidades del mundo), a menudo, la «Iglesia ortodoxa se refugia en un mundo mítico e inalcanzable, se aleja de los hombres por temor a ensuciarse». Por el contrario, la propuesta educativa de don Giussani (que ha sido elaborada en el transcurso de sus años como profesor en el liceo Berchet y en le Universidad Católica de Milán y como guía del movimiento de Comunión y Liberación) se basa en una experiencia vital, en un camino común de encuentro con Cristo y de un nuevo descubrimiento del corazón humano. Una profunda novedad, ésta, que el padre Aleksandr Men (sacerdote ortodoxo salido del anonimato en septiembre de 1990) ya había encontrado al final de los años 80 y que le llevó a querer escribir un prólogo a la edición publicada, todavía semiclandestinamente, por Rusia Cristiana. La presentación del volumen contó con la presencia del rector de la Universidad de Humanidades, Jurij Afanasev, que subrayó, en particular, su valor como instrumento metodológico, fundamental en el proceso formativo de las nuevas generaciones. Además de Sergej Averincev, intervino Olga Sedakova, estudiosa y poetisa, quien definió el «sentido religioso» como el camino para retomar la conciencia, para que la persona «vuelva en sí», ya que sus auténticas energías permanecen hoy, por lo menos, desconocidas, cuando no conscientemente censuradas. En el gesto participó también Giancarlo Cesana, perteneciente a Comunión y Liberación, que presentó los rasgos esenciales de don Giussani y el carisma, subrayando la fascinación por la persona de Cristo como la respuesta a las preguntas más acuciantes del hombre.
Giovanna Parravicini
ITALIA
Una cuestión de razón
Queridos amigos: Soy un médico, especialista en enfermedades infecciosas y desde hace algunos años me ocupo de casos de SIDA. Recientemente, he participado en un encuentro de formación obligatorio sobre curas paliativas. El título de la lección era "End of life care". El conferenciante, uno de los mayores expertos nacionales en terapias paliativas, comenzó su discurso con una serie de argumentaciones en contra del encarnizamiento terapéutico en las enfermedades terminales. Muchos de sus argumentos eran oportunos y fácilmente compartidos. En un determinado momento de su exposición, introdujo un argumento nuevo: «Hace algún tiempo, en el departamento de nefrología, una mujer pidió que se le interrumpiera la diálisis porque estaba cansada de depender de una máquina. El médico encargado del tratamiento, que pertenecía a Comunión y Liberación, quiso impedir que se llevara a cabo la decisión de la paciente. Otro de los médicos tuvo que avisar a un juez, que le dijo al médico jefe que respetara la decisión de la paciente. La mujer murió unos días después». En ese momento, yo intervine diciendo que me parecía que se habían alterado los presupuestos y que, de modo incorrecto, se habían invertido los términos de la cuestión, al confundir enfermedades terminales intratables con patologías no curables, pero tratables. Comenté: «Supongamos que usted debe visitar a un enfermo que padece una grave pulmonía. El enfermo está sufriendo mucho, respira mal desde hace días, está cansado de sufrir y rechaza las curas. La enfermedad es grave, pero curable con la oportuna terapia antibiótica. ¿Qué haría usted?». Me respondió que el comportamiento correcto sería el de respetar la voluntad del paciente, dejando morir al enfermo. Intervine de nuevo, sosteniendo que me parecía del todo irracional; en primer lugar, porque se es médico para afirmar la vida, en segundo lugar, porque me han enseñado para utilizar la razón hay que tener en cuenta todos los factores que están en juego; cuando una persona está sufriendo, el dolor condiciona gravemente su voluntad. Mis observaciones suscitaron la reacción de otros de mis colegas allí presentes. Una, en particular, me acusó de defender una posición violenta. El conferenciante, a su vez, dijo que mi forma de argumentar era incorrecta e irracional, porque era fruto de un apego emotivo: «Es obvio que ante una persona que sufre, te ves impulsado a intervenir, ¡pero nosotros debemos ser profesionales!». Al final del encuentro, me acerqué a saludar al ponente. «Mi razonamiento no es fruto de la emotividad - le dije -, sino del reconocimiento de que la vida es un bien. Es el enfermo el que, al encontrarse inmerso en el sufrimiento, inevitablemente se encuentra influenciado por su emotividad». Me contestó con un ejemplo: «Tú sostienes lo que has dicho porque estás implicado emocionalmente con el paciente. Sucede como en un matrimonio: deberían anularse todos. Cuando te casas estás enamorado y eso no te permite conocer a la persona con la que te casas». Le respondí que era todo lo contrario: no es posible conocer a alguien o conocer algo sin estar afectivamente ligado a ello y al decir eso, comenzaba a tener la sospecha de que quizá no existiese una experiencia humana común a la que referirnos.
Paolo, Castiglione Olona
NIGERIA
Una nueva Belén
Querido don Gius: En la escuela primaria de la aldea de pescadores donde trabajo, con ocasión de la Navidad hicimos un belén viviente junto con un grupo de colaboradores nigerianos que participan en la escuela de comunidad. Al mirar esta foto tomada durante la representación, se nos ha ocurrido enviártela con nuestros mejores deseos y toda nuestra gratitud porque está sucediendo de nuevo aquí entre nosotros lo que le ocurrió hace dos mil años a esa muchacha de quince años.
Gabriella, Timothy e Inocente, Lagos
Una alegría inconfundible
Querido don Giussani: Desde hace año y medio trabajo en Castellón, dando religión en dos institutos. Uno de los temas que más me preocupan dentro del ámbito educativo es la absoluta dejadez de los alumnos, su indiferencia ante todo, incluidos los profesores, quienes sufren las consecuencias. En un claustro donde se trató este problema me decidí a hablar. Conté cómo llevaba poco tiempo en el instituto y me sentía como en mi casa, y cuando alguien se siente así, al igual que una madre quiere a sus hijos y no se cansa de repetirles las cosas, de corregirles, lo mismo pasa con los alumnos. Corregirles es un signo de que te importan esos chicos. De esta forma se les da la posibilidad todos los días de que se juegue su libertad frente a una propuesta. Muchos de ellos llevan a sus espaldas el peso de situaciones familiares muy complicadas y a lo mejor nadie les ha mirado como todo hombre desea y necesita. Entrando en clase se me da la posibilidad de mirarles como nadie les ha mirado, y lo puedo hacer porque otros me han querido así, aunque esto no quita la desazón con la que a veces llego a casa. Cuando terminé, sentí una alegría especial, que se debía claramente al reconocimiento de su Presencia, que me había permitido ponerme ante cien profesores que me dan cien mil vueltas en experiencia.
Begoña, Castellón
Sorpresa
Querido don Gius: Hace unas semanas, estaba agotado después de un examen durisimo sobre algunos autores griegos, y me crucé con una compañera de clase que me dijo con alegría que había pedido recibir el Bautismo porque había entendido, a raíz de algunas circunstancias de su vida, que creer en Dios es un hecho razonable. ¡Fue ella que me dijo que creer en Cristo es un hecho razonable!
Alberto, Bottrighe
CLU
A la vuelta de los ejercicios del CLU una amiga nos escribió: «Objetivamente no consigo describir las etapas que me han llevado hasta aquí, pero no puedo negar que el método es sencillo: pegarme a unas personas que han sido fascinantes para mi vida. La Presencia ha adquirido el rostro de gente que está a mi lado. Os he conocido a vosotros y a Dios de manera más fuerte y clara. Gracias a Dios y a vosotros por esta amistad. Elisa»
Los chicos de la escuela de Conservación, Parma
Leopardi en Taywan
Recientemente en Taipei, Taywan, en la Universidad Católica Fu Jen, tuvo lugar un encuentro donde se comentó la frase de Leopardi "Si la felicidad no existe ¿qué es la vida? Aceptamos la vida porque tendemos hacia la felicidad". De esta forma dos jóvenes taywanenses contaron a sus compañeros cómo han conocido a CL y su experiencia de estos años de universidad.
«Lo que más me llamó la atención fue la amistad. Por ejemplo, cuando estudiaba tercero en Italia me tocó escribir una redacción y no sabía como hacerlo. No pedí ayuda, pero ellos todos los días me preguntaban si necesitaba que me echaran una mano. En particular, una persona empezó a explicarme cómo había que hacer una redacción. La conocía poco y me extrañó que estuviese dispuesta a ayudarme. En otra ocasión al acercarse la fecha de mi regreso a Taywan, quería vender mi moto y se lo comenté a un amigo. Tres días después me llamó para decirme que había colgado un enuncio en su escuela y que se lo había comentando a sus compañeros por si les interesaba. No conseguí venderla, pero me conmovió su interés. Existe un amor entre nosotros y una amistad más bella y verdadera. Este amor no se puede sustituir ni comprar».
Lia, Taipei
Mirar con atención
Últimamente, la lectura de algunos artículos de Huellas (sobre todo los referentes a la muerte de Emilia Cesana) me ha hecho reflexionar mucho. ¿Cómo se da el brinco entre la vivencia de una persona sin fe a la de quien tiene fe? La diferencia estriba en el reconocimiento de una Presencia, que da siempre respuestas al hombre consciente de su incapacidad y falta absoluta de recursos. Ayer por la noche vi en la televisión la segunda parte de un programa sobre la Biografía de Juan Pablo II.¡Fue un regalo ver a Monseñor don Lorenzo Albacete hablando sobre la fe cristiana de la que es garante nuestro querido Papa! Caí en la cuenta de que la fe es la vida misma, es decir, mi vida personal, que se caracteriza por la forma en que respondo ante la presencia de Dios. Él siempre toma la inciativa y se nos manifiesta a través de signos y gestos. Para mí el movimiento es este signo y gesto de una presencia suave y a la vez firme que espera de nosotros una respuesta.
Maria Rosa, Monterrey
La puerta que abre al gusto
5 de marzo. La gran explanada está invadida por una marea de estudiantes que se vuelcan en los distintos stand, un poco curioseando, un poco en busca de informaciones. Desde lo alto de un palco un conjunto desata su música y lanza
«¿Una definición de mí mismo? Sería como pedir una definición de infinito. (P.P. Pasolini). Icaro, Comunión y Liberación» se escucha, entre otras, a todo volumen. El aspecto es, cierto, el de un happening juvenil; en realidad, se trata del recibimiento a los novatos en el gran campus San Joaquín de la Universidad Católica de Chile. Estamos presentes también nosotros con un stand y con Icaro, nuestro boletín de ataque. Con este número dirigido especialmente a quien inicia la Universidad, decimos a todos lo que se vuelve cada vez más evidente para nosotros: que el corazón del hombre es exigencia de felicidad y que la correspondencia con el corazón es el criterio de verdad, en la comparación con todo. Ciertos de esto, ofrecemos nuestro trabajo: el intento de mirar el estudio, su contenido específico, con un juicio y una pregunta distintos, porque no se puede estar en la Universidad hoy, y mañana en la sociedad, con una mentalidad de esclavos, es decir, determinados, por el poder de turno. En cambio, hay que hacer «lo que le gusta a la inteligencia, porque la inteligencia es la puerta que abre al gusto y, por lo tanto, al gozo. La inteligencia abre al gozo». Es exactamente esta genial y provocadora respuesta de don Gius, el desafío más radical y la promesa más apasionante con que afrontar el nuevo año y encaminarse en la vida.
Giuliana y los universitarios, Santiago de Chile
Catecúmenos
Querido don Gius:
El miércoles pasado toda la comunidad de San Benedetto se reunió entorno a Abjol, Ermal y Stela para celebrar el rito del catecumenado ante nuestro obispo, monseñor Gervasio Gestori. Ante él nuestros amigos pidieron recibir los sacramentos, junto con Andi e Barjon. Todos son albaneses y cursan sus estudios en mi instituto, donde doy clases de física. Hace un año les invité a participar en la fiesta que los chicos de GS prepararon con ocasión del Carnaval. Surgió así una historia muy bonita que los ha llevado a pedir ser de Cristo. Muchas cosas han cambiado en sus vidas. Por ejemplo, este verano cuando acabó el curso no volvieron a su tierra como solían hacer. Se buscaron un trabajo y algunas de nuestra familias les hospedaron mientras esperaban hasta agosto para poder participar en las vacaciones de los bachilleres. Ermal, Barion y Andi, renunciaron a sus planes de cambiarse de instituto para quedarse con nosotros. Alquilaron un piso junto con Abjon, con el fin de ser más libres de poder participar en la vida de la comunidad. Desde las primeras veces que se acercaron a nuestros encuentros, los chicos de GS observaban la alegría y la espontaneidad con la que estos amigos albaneses se adherían a las propuestas y a las iniciativas. Esto les removió mucho y les sacó de la rutina con la que estaban acudiendo a la escuela de comunidad. Empezaron a imitar a sus amigos de Albania y se animaron a verse, a conocer a nuevos compañeros, a organizar partidos de fútbol con sus amigos de la ciudad cercana de Áscoli. Cuando los chicos albaneses manifestaron su intención de recibir los sacramentos, lo comentamos con el obispo de nuestra ciudad, el cual recibió la noticia con gran conmoción. Enseguida, nos pidió poder celebrar los sacramentos durante la noche de Pascua. Nos llamó la atención la absoluta confianza que nos manifestó. Lo único que nos pidió es que los chicos de GS, compañeros de clase de los catecúmenos, se implicaran en primera persona en prepararles para el Bautismo, y que la comunidad entera arropara a estos nuevos hermanos para que tuvieran la experiencia de que hay un pueblo que les acoge y les educa en la fe. Quiso que le contáramos cómo estos jóvenes habían conocido la comunidad cristiana. Muchos se implicaron en el evento: el coro brindó su contribución esencial, las familias se ocuparon del refresco, GS organizó la fiesta y todos pidieron de corazón por ellos. Durante la homilía el obispo comparó a los chicos con san Agustín: al igual que el santo que, insatisfecho con su vida buscaba algo que le satisficiera plenamente y se marchó de su tierra para llegar a Italia, del mismo modo ellos habían dejado su tierra sin saber qué les esperaba. Continuó contándoles que en Milán, Agustín escuchó las palabras de san Ambrosio, el obispo de entonces, y vio la comunidad cristiana que le rodeaba. Lo mismo les pasó a ellos: tras haber conocido a una persona que les llamó la atención por su humanidad conocieron también a la comunidad a la que pertenecía, que es la Iglesia. El obispo se quedó con ellos en la fiesta y se interesó por cada uno, les preguntó por sus padres y su historia, por su trabajo y su estancia en Italia. Realmente el cristianismo es un acontecimiento que sucede ahora.
Deana, San Benedetto del Tronto