Quedarse
en Palestina
Fue impresionante escuchar a alguien que podría perfectamente haberse
ido a vivir a otro sitio, pero que sigue allí, en Palestina, afrontando
las dificultades en primera persona, porque se reconoce parte de un pueblo y
de su historia.
Los sucesos que día tras día nos presentan los telediarios, tan
crudos pero tan impersonales, tienen que ver con nosotros. ¡Ojalá
la Paz en Tierra Santa no nos encuentre como meros espectadores!
Cuando un periodista preguntó a Makhoul: «Entonces, ¿qué
podemos hacer? ¿qué nos pides?», contestó sin dudarlo
un momento: «Ante todo, rezar; y después comprar, comprar y comprar
belenes».
La iniciativa es realmente ilustrativa de lo que es y quiere ser la Compañía
de las Obras: una amistad operativa.
En la Fira
Por ejemplo, Carlos, director de una oficina bancaria, decidió dedicar
estas “horas de más” a las que el trabajo nos está
acostumbrando, para ir por la tarde a vender y “cerrar la tienda”
en la feria; así, de paso le preguntarían por qué lo hace.
La iniciativa no hubiera sido posible sin la fe de Toni, que creyó en
ella de tal forma que se lanzó a presentar la petición de un puesto
en la Fira (confieso que al comienzo pensaba que esto era complicarse la vida,
que no podíamos hacer nada), explicando que no se trataba sólo
de hacer solidaridad, sino sobre todo de ayudar la presencia cristiana en Tierra
Santa. Mucha gente quiere vender en la Fira, es un buen punto de venta, ya que
pasa mucho público; incluso hay tenderos que hacen cola durante años
para poder tener su puesto. Por eso, el primer milagro (después de su
fe, que se movió sin tener todos los cables atados, todo controlado)
fue que se lo concedieran, y además, sin cargo; y finalmente, que ningún
tendero se opusiera, incluso aquellos que, vendiendo también artesanía
navideña, se podía suponer que recibían una competencia
directa., Alicia y Amelia
La iniciativa tuvo una adhesión total: muchísima gente colaboró,
desde el carpintero que regaló la madera para construir la parada (de
4 metros de largo), hasta Francisco, que la montó y supervisó
la logística de abastecimiento; o Emanuela, que preparó al ordenador
los folletos de promoción; Miriam coordinando los turnos con Silvia y
cubriendo las bajas (hasta ponerse ella misma … que estaba de baja por
amigdalitis); Txomin y Fabio, que coordinaron compras y abastecimientos. Y Dios
sabe cuantas más cosas. Todo representó una sorpresa, sobre todo
la forma y la gratuidad con la cual se implicaba la gente, incluso personas
que apenas nos conocían, como Teresa, Alicia y Amelia, señoras
que vinieron a escuchar la conferencia y se ofrecieron espontáneamente
para ayudar a vender. Prácticamente todo se hizo con voluntariado, como
suele ser nuestro estilo. Ayudaron a vender jueces y empresarios, estudiantes
y directivos, médicos y jubilados, madres de familia y jóvenes
bachilleres; en definitiva, un pueblo.
Hagamos
lo que hagamos
¿Qué importa si encargas 25 modelos y te llegan otros 15, casi
todos diferentes, incluso en la cantidad, y que además llegan tarde (y
Diego con otros desesperados tiene que ponerse a hacer el inventario desde las
12 de la noche a las 3 de la madrugada, después de un encuentro de fraternidad)?
De lo que se trata es de vender…. No, no sólo vender, hay algo
más importante: es una gran ocasión para decir quiénes
somos, porqué existe el CESAL, y qué hacemos con la Associació
Cultural Charles Péguy, qué es la Compañía de las
Obras, y de dónde nace todo esto. Y especialmente poder decir que todo
lo hacemos por Cristo, hacer experiencia concreta de que el trabajo en el trabajo
es anunciar a Cristo, hagamos lo que hagamos.
Uno se puede ver en la situación de pasar del salón del Palacio
de la Generalitat de Catalunya, donde está comentando con Jordi Pujol
(Presidente de la Comunidad de Cataluña) la Convención de Cristianos
por Europa, al puesto de venta en la Fira en menos de un cuarto de hora, pero
hacerlo con la conciencia de que es lo mismo.