El primado de la realidad y la experiencia del riesgo
Fragmentos de la intervención de monseñor Ángelo
Scola,
patriarca de Venecia, en el Congreso sobre la educación celebrado en Washington
Angelo Scola
En la visión de Giussani, la afirmación del primado de la realidad
no se limita simplemente a proponer de nuevo el realismo clásico . El
realismo del pensamiento giussaniano, que conduce a la afirmación de la
cognoscibilidad del fundamento veritativo de la realidad, tiene en cuenta los
conceptos-clave característicos de la modernidad. Me refiero, además
de la categoría de experiencia, a las de libertad, verdad como evento,
conocimiento como estructuralmente unido al afecto, ser como donación
(sería mejor decir realidad como signo-símbolo), lugar de la revelación
del ser natural y, por gracia, el rostro mismo del Unitrino (fundamento). No
es necesario recordar el peso que estas categorías tienen en el debate
filosófico-teológico contemporáneo.
Esta percepción de la positividad de la realidad se revela, de modo especial,
en una categoría central en Giussani: la categoría de acontecimiento.
El misterio del Ser se dona en la realidad. Toda manifestación de la realidad
(¡signo real, justamente!) se presenta como evento (del latín e-venio)
que interpela nuestra libertad provocándola a que se adhiera.
La fuerza pro-vocadora del acontecimiento así entendido consiste en reconocer
que «existe este fenómeno misterioso, pero real y experimentable,
de una realidad que es signo de otra (...) Cuando alcanza su vértice en
el examen de una cosa, en el sentimiento de una cosa, nuestra naturaleza siente
que hay algo más. Esto define la idea de signo (...). Es el punto de fuga
que se da en toda experiencia humana, es decir, un punto que no cierra, sino
que remite a otra cosa».
En este sentido la educación, que trata de introducir al educando en una
experiencia integral de la realidad, conduce progresivamente a esta persona a
comprender su propia naturaleza, que es la de ser signo del misterio, cuyo rostro
Paterno nos ha sido revelado por Jesús (...)
La concepción que tiene don Giussani de la educación procede, sobre
la base de una jerarquía bien articulada de los factores hasta aquí mencionados,
hacia un clímax. Me refiero a la libertad. Ya desde las observaciones
preliminares del volumen, Giussani afirma significativamente: «Por tanto,
estamos a merced de las arenas movedizas de la libertad». Esta afirmación
podría parecer del todo obvia a primera vista. Sin embargo, la importancia
que adquiere en la reflexión giussaniana la hace absolutamente singular
y, en mi opinión, única. Giussani no identifica el vértice
de la propuesta educativa con la libertad entendida de modo abstracto como síntesis
dinámica de inteligencia y voluntad, ni con la libertad como decisión
inevitablemente exigida, sino con la experiencia del riesgo, que es intrínseco
a la libertad. La centralidad del tema se refleja en la decisión del propio
autor de titular el libro - un auténtico best seller - El riesgo de educar.
(...)
La experiencia del riesgo que atraviesa la libertad del educador y del educando
pone de manifiesto que «la primera condición para poder educar a
una criatura humana es el sentido de distancia, de respeto, de temor y temblor
hacia el misterio que está dentro de esa criatura». Ser educador
se revela así como una tarea de rasgos dramáticos: la tentación
de la posesión, la de no permitir al educando ser completamente él
mismo, distinto, libre, amenaza continuamente la tarea educativa. Aceptar el
riesgo de la libertad de los educandos representa la prueba más radical
para la vida de los educadores, pues uno querría ahorrar al otro cualquier
dolor, cualquier mal.
¿
Cómo superar esta experiencia del riesgo sin precipitar a la libertad
en una frustración que desemboque en el escepticismo y la desesperación?
Para Giussani el fenómeno comunitario es el ‘humus’ que, sin
sustituir la decisión personal, transforma la experiencia del riesgo en
una verdadera exaltación de la libertad.