Merece
la pena arriesgar. La propuesta de una experiencia
La Universidad Georgetown de Washington DC ha albergado
el congreso sobre The Risk of Education Crónica de dos días de diálogo
entre cincuenta profesores universitarios
Michelle Riconscente
La mayor parte de los visitantes que llegan a Washington en el primer fin
de semana de abril lo hacen para admirar los cerezos en flor que se alinean
en
el National
Mall. Pero los cincuenta teólogos, filósofos y profesores reunidos
en el centro de conferencias de la Universidad Georgetown han venido con
otra finalidad: plantar en el terreno del contexto educativo norteamericano
la semilla
del pensamiento de don Giussani.
David Schindler dio la bienvenida al grupo de intelectuales, representantes
de una amplia gama de tradiciones cristianas y de universidades de EEUU,
Canadá y
Europa. A continuación, leyó el mensaje de saludo al congreso redactado
personalmente por el autor del libro, Luigi Giussani. Posteriormente presentó a
Stanley Hauerwas, el primero de los tres oradores que iban a intervenir en
el congreso.
Estudioso riguroso y crítico extraordinario
Definido como “el mejor teólogo de EEUU” por el Time Magazine
en 2001 y galardonado con el Gifford Lecturer (una especie de “premio Nóbel” de
filosofía, teología natural y religión), Hauerwas, teólogo
de la Unión metodista, cuenta con una sólida reputación
de estudioso serio y de crítico extraordinario. Por este motivo, su entusiasmo
sincero hacia el pensamiento de Giussani no es para tomárselo a broma.
Brillante y concreto, con vaqueros y acento tejano, Hauerwas introdujo su intervención
declarando estar «en perfecta sintonía» con los temas que
plantea El riesgo de educar: «Me encuentro en tal sintonía que puedo
decir tan sólo: “Quisiera haberlo escrito yo”».
Poniendo el acento en el ambiente universitario, Hauerwas subrayó muchos
de los puntos centrales del concepto de educación que tiene Giussani,
a partir de la eficacia de la corrección. «No se puede separar lo
que se conoce de cómo se ha llegado a conocerlo. Toda la educación
- señaló - es educación moral... y en particular los cursos
que no se han concebido como cursos “éticos”». Recordando
las palabras de Giussani, individuó el problema de la educación
en la «presunción de que la parte “cristiana” de la
educación no tiene nada que ver con la “verdad”». De
esta forma la religión se ha visto cada vez más relegada a la esfera
individual, hasta el punto de hacer superflua la necesidad de la mediación
de la Iglesia.
Después de esta introducción, Hauerwas habló de la necesidad
de que la educación tuviera una expresión, una dimensión
de “materialidad” en la vida cotidiana, de que abrazara la totalidad
de la vida. Como escribe el autor del libro, la educación cristiana va
más allá de la simple recomposición de la división
presente en el contexto educativo actual (en el que los estudiantes saltan de
una materia a otra sin ser ayudados a captar su significado), para convertirse
en una propuesta de estructuras y culturas alternativas. Siguió Hauerwas: «Giussani
propone una tesis todavía más incisiva que la de MacIntyre» con
respecto al hecho de que la enseñanza de la física, la economía
o la historia cambia si se afronta a partir de la concepción cristiana.
La experiencia, punto central
Se produjo a continuación un intenso coloquio, avivado por los comentarios
de Paul Griffiths sobre el contexto institucional y sobre la importancia atribuida
por Giussani a la experiencia. Fue precisamente la “experiencia” el
punto central del debate durante todo el encuentro. Desde el comienzo, la insistencia
de Giussani sobre este punto fue repetidamente percibida con el temor de que
se tratase de una reducción subjetiva, en la que el juicio del individuo
pasaría por encima de la tradición. Esta preocupación emergió entre
los participantes, sobre todo entorno a la pregunta sobre la posibilidad
de vivir la propuesta educativa de Giussani en un ambiente laico.
La discusión, que prosiguió después de la cena, fue particularmente
brillante, tanto en el aspecto intelectual como en el de la profundidad humana.
Durante todo el encuentro se percibió un evidente sentimiento de amistad
en la forma en la que se ponían en común las observaciones, no
con una actitud de tolerancia superficial hacia el pensamiento de los otros,
sino considerándoles como compañeros de viaje implicados en la
tarea de comprender a Giussani, nuestro contexto y a nosotros mismos. En vez
de volver a la habitación o de salir a dar una vuelta por los alrededores,
muchos prefirieron pasar juntos la velada. Con la ayuda de algunas guitarras,
las notas apasionadas de los cantos populares americanos se difundieron por
las salas del centro de conferencias.
A la mañana siguiente Su Excelencia monseñor Ángelo Scola
presentó por videoconferencia su intervención, que retomaba y desarrollaba
el tema de la experiencia. Al introducir el coloquio, Michael Waldstein subrayó el
fundamento objetivo sobre el que Giussani se apoya para subrayar la importancia
de la experiencia en el proceso educativo. El significado de «experiencia
elemental», el proceso de «verificación» y la importancia
de una «hipótesis educativa unificadora», todos temas centrales
en Educar es un riesgo, se convirtieron en objeto de las reflexiones durante
la sesión matutina del congreso.
Jay Carter y Katherine Tillman
Más tarde intervino, entre otros, Jay Carter, estudioso de la tradición
literaria de cristianos de color como Harriet Jacobs o Frederick Douglass. Carter,
provocado por la insistencia de Giussani en la experiencia, puso de manifiesto
sus implicaciones para la comprensión de la experiencia de los negros
americanos. «A partir del aspecto fenomenológico de la experiencia,
existe un modo de llegar a una comprensión dogmática de la experiencia
misma». Esta hipótesis se ve iluminada por la objetividad de la
experiencia propuesta por Giussani (quizá no fuera casualidad que se celebrara
ese fin de semana el aniversario del asesinato de Martin Luther King, Jr.). Con
gran inteligencia, atención y gracia, Katherine Tillman, prestigiosa experta
en la obra del cardenal Newman, expuso su ponencia después de comer, trazando
paralelos entre el gran cardenal y don Giussani. A través de numerosas
y conmovedoras citas de las obras de ambos, Katherine Tillman ilustró la
impresionante sintonía existente entre ambas figuras, concentrando sus
observaciones en el tema de la tradición y de la influencia personal del
profesor. Los temas de la tradición y de la amistad fueron objeto del
coloquio que siguió a la ponencia. Patricia Alexander, profesora de Psicología
pedagógica en cursos de formación para el profesorado, intervino
con fervor y sinceridad. «Quiero que hablemos de lo que dice Giussani y
de cómo puede contribuir a la educación de los jóvenes de
mañana. Quiero ser el tipo de profesor del que se habla en estas páginas,
pero tenéis que ayudarme». Katherine Tillman concluyó la
sesión del mismo modo con el que concluye los seminarios que organiza
para sus estudiantes universitarios acerca de libros particularmente significativos,
es decir, proponiendo preguntas que quedan abiertas e indican la necesidad de
proseguir el diálogo.
Al final, dos testimonios
Tras varias horas de vivaz debate y tras la mesa redonda que cerró el
congreso, todos fueron invitados a participar libremente en el coloquio final
con otros dos oradores: Tom Tobin, profesor de instituto, y Holly Peterson, autora
de una tesis doctoral sobre las implicaciones del pensamiento de don Giussani
en relación a la reforma educativa en EEUU. Después de dos días
de coloquios aparentemente interminables, los participantes ocuparon todos los
asientos, permaneciendo mucha gente de pie, para escuchar el testimonio de estos
dos profesores que contaron cómo trataban de vivir “en primera línea” la
propuesta educativa de Giussani. Hablando en particular de la obra educativa
en un ambiente laico, Tobin describió la conciencia y la tensión
del profesor con respecto al método educativo propuesto por Giussani,
subrayando cómo esta atención es posible para él a través
de una amistad con otros profesores, con los que se encuentra semanalmente
para leer Educar es un riesgo. Las intervenciones de los dos profesores suscitaron
una entusiasta avalancha de preguntas, y llegada la hora de la cena el moderador
se vio obligado a posponer el debate.
Belleza y dramatismo de la música
Como puede imaginarse, la conversación prosiguió después
de la cena. Pero pudo más el estupor ante la belleza y la dramaticidad
de la música de Bach, Schubert y Rachmaninov que, interpretada al piano
por el maestro Christopher Vath, llenó el comedor.
Al concluir el congreso, Schindler expresó su gratitud a don Giussani: «Educar
es un riesgo es una presencia entre nosotros, es un evento en sí mismo,
un evento cuya profundidad ha determinado la calidad de nuestra discusión
y una ulterior participación en el evento mismo». Belleza y gratitud:
un final apropiado para un fin de semana marcado por el testimonio de la profundidad
de la propuesta educativa de Giussani, y un florecimiento de pensamiento e implicaciones
para EEUU que permanecerá en el tiempo, incluso cuando los cerezos
hayan perdido la flor.