La peregrinación y la marcha
Marco Alejandre
En estos tiempos, Venezuela ha vivido un proceso político y social bastante complicado. Es increíble observar cómo el presidente Chávez se haya convertido en un punto de unidad para el pueblo; se toma partido en su favor o en su contra. Para la mayoría de los que le apoyan, este líder y su revolución son la razón de ser de sus vidas y en él han puesto sus esperanzas. Para la gran parte de la oposición, Chávez es el factor que auna a sindicalistas, empresarios, partidos políticos antes antagónicos, y distintas personas, para las que siempre la política había sido un tema vetado o menospreciado. Aparentemente, la esperanza de todo un país está puesta en que Chávez salga o permanezca en el poder. Todo está suspendido a un aspecto de la realidad que, aunque afecta a las vidas de todos, es siempre circunstancial.
En este contexto, una de las manifestaciones que ha servido para canalizar la participación de la gente, tanto en contra como a favor del gobierno, han sido las multitudinarias marchas en Caracas y otras ciudades del país. Son convocadas por los líderes de cada una de las partes; los manifestantes recorren gran parte de la ciudad hasta llegar a un punto de concentración, donde se pronuncia un discurso que refleja el sentir de todos. En el caso de los que están en contra de Chávez, consiste en escuchar a una serie de líderes de la oposición que buscan de una u otra forma sacarlo del poder. En el caso de las marchas en favor del gobierno, al final se escucha a Chávez condenando los intentos de la oposición para sacarlo y él mantiene su promesa de llevar a cabo la revolución por el bien de todos.
El pasado 10 de octubre, participé junto a unos amigos en la marcha de la oposición a Chávez, en la que fue impresionante caminar cerca de 4 horas bajo el intenso sol del caribe al lado de más de un millón de personas que pedían el cese de este presidente. En la marcha se respiraba un buen clima y se podía ver de todo, desde señoras de avanzada edad con sus sombrillas, a niños, jóvenes, empresarios, sindicalistas, trabajadores, etc. Era una verdadera muestra de civismo y participación ciudadana. Sin embargo, no puedo negar que al terminar ese recorrido me quedaba un sinsabor, faltaba algo y no podía determinar qué podía ser. Cuando una semana después fuimos hasta el santuario de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela se me hizo evidente el porqué.
En la peregrinación éramos algo menos de 100 personas, que vinieron de Mérida, Barquisimeto, Caracas y San Antonio, viajando toda la noche en bus. Ese día fue verdaderamente intenso, ya que, a pesar del cansancio, eran evidentes las razones por las cuales estabamos juntos. En primer lugar, todos respondíamos a una propuesta que nos hacían desde un país muy distante al nuestro y como forma de agradecimiento a la Fraternidad de CL y de súplica a la Virgen. La unidad entre nosotros y todas las personas que en el mundo estaban haciendo la peregrinación era esta: la relación que don Giussani tiene con Cristo se propone como una Presencia que nos ha tocado a cada uno de nosotros de manera concreta y es una compañía guiada. Cristo es el punto objetivo de unidad entre nosotros.
La peregrinación al Santuario de la Virgen era también una indicación que nos ayudaba a tomar conciencia de nuestra condición, ya no sólo de marchistas tras una idea, sino de peregrinos que caminan hacia el lugar donde se encarna la respuesta a todos nuestros deseos, Cristo. La insistencia de don Giussani en la figura de la Virgen ha despertado en mí una conciencia nueva de mi persona y de la amistad que vivo. Empiezo a comprender que la figura de la Virgen coincide con nuestra compañía, ya que la encarnación de Jesús gracias al sí de María es idéntico reconocimiento de que su Presencia está entre nosotros. Peregrinando en medio del Llano Venezolano pude reconocer lo que dijo don Gius al final del Meeting de Rimini citando a Dante, tú eres fuente viva de esperanza.
Para los que estamos viviendo una realidad social tan difícil, ayudarnos a tomar cada vez más conciencia de que la esperanza es Cristo coincide con tener una mirada más atenta sobre lo que acontece, con mantener una continua tensión a hacer un juicio que construya el bien para todos.