La Virgen, el método de Dios
JuliÁn Carrón
«Lo que llena de esperanza nuestra vida es que la Virgen exista, es la flor de la Virgen. En la relación del Ser con la Virgen se revela el método de Dios: hacer partícipe al hombre de ese torbellino de caridad que es misericordia. Nosotros vivimos dentro de este torbellino». Apuntes del testimonio
Introducción
«Virgen Madre, hija de tu Hijo,/ la más humilde y alta de las criaturas,.../ eres fuente viva de esperanza».
¿Por qué? Porque eres la «revancha más clara sobre la impresión que tenemos a veces de aparente inutilidad de la vida». En ti, María, no ha vencido lo negativo, la destrucción, el mal. Tú eres precisamente la revancha sobre todo lo que parece cernirse amenazante sobre nuestra vida.
Por eso nosotros venimos a ti como mendigos, como pobrecillos, para pedirte lo único que de verdad necesitamos: a Jesús, el único signo positivo de lo que, si no, sería un absurdo Movimiento del tiempo y del espacio.
Amigos, recorramos el camino conscientes de nuestra nada - porque si no seremos formales -, con los ojos fijos en Ella, «fuente viva de esperanza». Mirándola a Ella sin censurar nada, nuestra vida se llena de esperanza. Sea cual sea el momento que estemos atravesando, feo o bello, oscuro o luminoso, de dificultad o de alegría, recorramos este camino gritando: «Veni Sancte Spiritus, Veni per Mariam», hazte presente a través del vientre, de la carne de la Virgen.
1. Eres fuente viva de esperanza
A nosotros, que somos como todos, frágiles hasta dar pena, conniventes con el mal que nos circunda y nos penetra, se nos ha hecho presente la esperanza: la figura de la Virgen. Don Giussani muestra un gesto de caridad con cada uno de nosotros al poner a la Virgen delante de nuestros ojos, al dirigir nuestra mirada a Ella. Nos ha invitado a mirarla para que nuestra vida se llene de esperanza. Lo que llena nuestra vida de esperanza es que la Virgen exista, es la flor de la Virgen. La Virgen es un hecho. Existe. Esta flor existe. Y ningún mal, ninguna cosa negativa puede eliminar de la realidad la flor de la Virgen.
Ella, una de nosotros, una criatura humana como nosotros, ha llegado a su destino. En Ella se ha cumplido la promesa que es la vida, el deseo de felicidad que la define a pesar de todos los desastres presentes y futuros. Por esto, «Ella es la revancha más clara y profunda sobre la aparente inutilidad de la vida». Nadie, tampoco nosotros, puede arrancar de la realidad esta flor. Ella es un hecho que desafía nuestro escepticismo, nuestra ausencia de esperanza.
Si la miramos con sencillez, sin oponer nada, nuestra vida se llena de esperanza. «Eres fuente viva de esperanza para todas las gentes del universo, de ti brota ininterrumpidamente la esperanza, ofreces siempre de nuevo la esperanza como el significado del todo, como la luz de la luz, el color del color, lo distinto de lo distinto».
2. En Ella se manifiesta el Misterio del Ser-Caridad
El Ser es caridad, amor. Es impresionante que el Misterio se haya dignado fijar la mirada en una criatura humana. Estamos acostumbrados a darlo por descontado y por eso no nos impresiona: que el Ser que hace todo se interese por el hombre, la mirada del Ser sobre la nada. Y esto es precisamente lo que impresiona a la Virgen, como dice en el Magnificat: «El Señor ha mirado la bajeza de su sierva».
En Ella el Ser mira a todos. Me mira a mí, te mira a ti.
En el calor de este Amor/caridad ha germinado esta flor de la Virgen.
El hombre sólo florece al calor de un amor así, el único amor que nos corresponde y, por tanto, el único capaz de generar el yo.
En la relación del Ser con la Virgen se revela el método de Dios: hacer partícipe al hombre de ese torbellino de caridad que es misericordia. Nosotros vivimos dentro de este torbellino, por lo cual cualquier error, cualquier reincidencia no nos detiene. ¡No tiene nada que ver con un discurso correcto y sin fisuras! En este torbellino de caridad, de misericordia, se revela qué es el Misterio; y se acepta el Misterio precisamente porque se participa, se tiene experiencia de este torbellino: «La cuestión es muy simple: lo que existe, el Misterio que existe, la realidad del Ser, se acepta sólo si uno ha tenido la experiencia de ser objeto del amor de Dios. Te ves envuelto en un torbellino que sucede ahora, y que tiene una historia, pero la historia se reanuda siempre hic et nunc, de otro modo no es historia, y no hay historia. Y de esto nace la civilización. En caso contrario nos barren».
«Esta es la razón por la que quiero conducir a todos a reconocer que el Ser es Misterio. ¿Y cómo afirmar una cosa así? ¡Porque se reconoce que existe! ¡Existe! El Misterio existe».
3. Ser niños
«El Ser es Misterio, misterio existente. ¡El ser existente! La situación trágica del hombre es que no lo reconoce». Para participar en este torbellino de caridad es necesario reconocerlo, como la Virgen, esto es, ser niños: «Todas las mañanas de mis días, yo me exhorto - siempre lo hice - a pedir a Dios, es decir, a ser como un niño. Porque ser niño significa reconocer el ser que nos aferra por completo y aceptar la posesión que Otro tiene de nosotros. Otro, que es el Misterio».
Sólo si nos dejamos tomar sin oponer nada, como niños, el Ser puede hacer florecer el yo de cada uno de nosotros. Puede exaltar la persona, nuestra nada. «Uno no se salva él solo, por los propósitos que hace. Es Otro quien le salva a uno y al mundo a través de algo nuevo que ha nacido dentro de la historia. ¡El Ser! ¡Todo brota del flujo del Ser!».
Dado que no nos salvamos por nosotros mismos, la expresión de un yo plenamente consciente de sí es la oración. Por esto, «la oración es el gesto más razonable que el hombre enzarzado en la lucha cotidiana por la vida puede llevar a cabo».
Educación como relación con Dios: la oración.
«Que la oración se convierta, en los confines de nuestro humano horizonte, en la avanzadilla de nuestra persona, de nuestra humanidad que va a la batalla».
4. Imitar el Misterio del Ser-caridad: comunión
Estamos llamados a imitar el Misterio del Ser-caridad. ¿Cómo podemos hacerlo?
«Imitar el modo de actuar de Dios, y el Señor ha obrado con un método, realizando un método, el método de la convivencia y de la comunión».
El Misterio del Ser tal como se ha revelado sólo permanece en la comunión que genera. Tan cierto es esto que lo primero que hizo Jesús fue una comunión entre los Doce. Jesús revela el método de Dios.
Imitar a Dios es aceptar formar parte de esta comunión. Y esto es una invitación al seguimiento, es decir, a participar en aquella comunión. Esta es la verdadera decisión. Lo contrario es el moralismo, pensar que nuestro yo se genera con nuestro esfuerzo.
La Conversión a la que estamos llamados es participar de esta comunión. Lo contrario es el personalismo, una actitud que no abre a la comunidad, que no abre a lo nuevo.
Esta comunión es el seno materno donde experimentamos el amor del Ser, en cuyo calor florece nuestro yo.
Por esto, la comunión no es algo opcional, sino el fundamento de la salvación. «Caro cardo salutis». O Comunión y Liberación: participando en esta comunión experimentamos la liberación, liberación que es para nosotros y para todos.