¡W la libertad!

Los chicos que se han implicado en la preparación de la muestra en la Universidad Nacional han ganado en libertad. Felipe y Victoria lo relatan

Me propusieron colaborar en la organización de una exposición sobre la libertad en la Universidad Nacional. El arranque fue bastante pesado. Costó mucho conseguir personas disponibles para hacer de guía; organizamos los horarios, pero nadie confirmaba su asistencia. Yo acababa de regresar del Meeting de Rímini; venía fascinado por ver cómo explicaban las exposiciones los guías y no deseaba menos para nosotros. Era complicado, porque al llegar a las facultades en el campus universitario, teníamos que pedir permisos y abordar ambientes de difícil acceso. Decidimos realizar “remeras” y porta carnets. Pasaba el tiempo y crecía la responsabilidad que íbamos tomando. En los últimos días, la atención de los guías se mezcló con la preparación del festival de clausura. Finalmente, arrancamos. Llegó el momento de empezar a guiar el recorrido y para mí fue una gran provocación. A medida que iba avanzando de panel en panel, me identificaba y pedía para que se acortase la diferencia entre lo que decimos y lo que somos. Y no digamos cuando llegaba al panel de “Cristo es La Libertad”, porque ¿qué queda para explicar ese panel, sino hablar de lo que encontramos, o mejor dicho, lo que nos encontró a nosotros? Pensar en una compañía concreta donde Cristo se hace carnal, esa compañía que nos ayuda a descubrirnos hombres, me renovaba después de explicar ese panel. La gente venía y no dejaba de venir. Nos escuchaban, y quizás la pregunta mas repetida al final de cada recorrido fue: «Y ustedes ¿quiénes son? ¿Por qué hacen esto?». Lo mismo me preguntaron en uno de los diarios nacionales. Vivimos a veces tan distraídos que una pregunta así nos hace retomar nuestra historia.
Felipe

Por segunda vez presentamos la exposición en la Universidad Nacional, un ambiente donde hablar de certezas y de verdades “molesta”. Nuestros primeros pasos fueron algo temerosos. El evento incluía como cierre de la muestra itinerante, un panel-debate y un festival artístico que fue gustosamente apoyado: era la primera demostración de que las cosas no estaban en nuestras manos. Durante la preparación pude comprender mejor que no existe Libertad sin decir «sí» a una propuesta que se reconoce como verdadera. Llevar la exposición a mi Facultad, colocarla en el lugar de mayor circulación, al paso de la gente e interceptar su atención, supuso para mí ofrecer una propuesta que es para todos. Y la gente se acercaba. La muestra plantea el problema humano y la reducción del deseo; luego conduce al anuncio de que hubo un hombre en la historia que salvó nuestro deseo humano. Contar esto implicaba desnudar la verdad por la que yo estaba allí: “yo”, porque enseguida, al igual que la imagen del hombre parado frente a los tanques, yo decía que había reconocido este anuncio y que si estaba allí era para detener el flujo de sus rutinas y contarles lo que a mí me cautivó. Casi todas las personas nos preguntaban el porqué y el para qué estábamos haciendo la muestra, cuál era el objetivo. Responder implicaba una gratuidad en la que no había pensado jamás. Me di cuenta de que lo hacíamos por y para nosotros, pero no buscando algún beneficio como la gente creía. Nuestro objetivo era solo anunciar que encontramos un lugar de una belleza tal que no podíamos dejar de mirar. El panel-debate se realizó una semana después. También en esta ocasión nos pusimos casi al paso de la gente, en la salida de la Universidad, aunque acudieron unos pocos. El festival coronó nuestra iniciativa: cantamos músicas de un repertorio muy variado, leyendo juicios donde se rescataba de las letras la expresión de la Libertad en lo humano, en lo cotidiano; y terminamos con un “Oh Freedom” improvisado. En realidad,el último canto, y el más verdadero, fue el que nos salió del alma: «Non nobis, no a nosotros Señor, no a nosotros, sino a tu nombre la Gloria».
Victoria