CULTURA
Radicado
en la realidad
Segunda
parte de una reflexión filosófica sobre el valor de la
realidad y del sujeto que la reconoce. La exaltación del ser real contra
el “
olvido del ser” y las tentaciones del nihilismo contemporáneo
Giuseppe Zaffaroni
El ser humano, por su carácter de persona es “suidad’’,
es decir, autoposesión. Es un “absoluto”, porque está frente
a las cosas, desligado de ellas, pero, al mismo tiempo, lo es de manera relativa – es “absoluto
relativo”–, porque necesita de ellas y, sobre todo, necesita la
realidad, que, como tal, es algo “transcendental”: aunque no exista
fuera de las cosas concretas, es algo más en ellas.
La persona, « religada» a la realidad
El hombre no es la realidad radical, sino que está radicado en la realidad.
La persona, entonces, está constitutivamente vertida hacia la realidad
que es algo más que ella y esta versión- -vinculación
originaria a la realidad es lo que Zubiri ha llamado «religación».
El hombre está religado a algo que lo funda, le da poder para realizarse,
apropiándose de las posibilidades que la realidad misma le ofrece.
El fundamento
¿
Qué es este fundamento último? He aquí el desafío
que la realidad pone a la razón y al cual nadie se puede sustraer: el
problema de Dios es un problema «que nos está ya planteado por
el mero hecho de ser hombres. Es una dimensión de la realidad humana
en cuanto tal» (Hombre y Dios, p.12). Para Zubiri, en la situación
contemporánea, lo más urgente es ayudar a los hombres a descubrir
que «Dios es problema para todos». Tanto el creyente, como el ateo
o el agnóstico, son llamados a dar razones de sus opciones. Zubiri se
dedicará a mostrar cómo el hombre, si no detiene, de manera injustificada,
la marcha de la razón y no se pierde en una pura voluntad de ideas,
sino que opta por una voluntad de verdad real, llega al reconocimiento de la
realidad de Dios, como realidad personal absolutamente absoluta, realidad última,
posibilitante e impelente, transcendente en las cosas, que es el fundamento
del poder de lo real.
Vitalidad
Pero, es empresa desproporcionada querer dar en pocas páginas una idea
de la producción filosófica de Zubiri. Su obra, sobre todo ahora
que se están publicando los cursos orales, se está revelando
inmensa, tanto por la cantidad de temas tocados, como por el alcance de sus
reflexiones. Lo que más asombra es la vitalidad de su pensamiento respecto
a los problemas filosófico-culturales de nuestro tiempo. Zubiri abre
caminos nuevos, pero siempre con la mirada fija, por un lado en la riquísima
tradición escolástica, por el otro en los filósofos más
estimulantes del siglo XX, en primer lugar Husserl y Heidegger (que conoció personalmente
y de los cuales siguió los cursos de 1928 a 1930).
Crítica a la modernidad
En Zubiri encontramos así asumida y hasta potenciada la crítica
a la modernidad (la reducción de la filosofía a filosofía
de la conciencia y de la inteligencia a logos; las reducciones cientificistas
de la racionalidad; la división-oposición entre espíritu
y cuerpo, y la falsa contraposición entre razón teorética
y razón práctica) y el desafío de una filosofía
que redescubre la sensibilidad, la corporeidad y, sobre todo, la historicidad.
Y aquí está su grandeza: partiendo de la sensibilidad y de la
corporeidad no desemboca nunca en el fenomenismo, en el sensismo o en el hedonismo,
sino en una teoría de la «inteligencia sentiente», que exalta
la unidad de inteligencia, voluntad y sentimiento.
Una metafísica en tiempo de nihilismo
Aceptando la crítica heideggeriana de la «entificación» del
ser, no reduce el todo a la nada, ni acepta una existencia que preceda la esencia,
sino que radicaliza toda la metafísica a nivel de «realidad»;
rechazando la concepción clásica de sustancia y el esencialismo,
no cae en un empirismo relativista, sino que propone una lectura de la realidad
como «sustantividad» y del hombre como esencia abierta; criticando
la idea moderna de sujeto, no cae en una visión estructuralista que
disuelve al ser humano, sino que vuelve a presentar en términos novedosos
la persona como «personeidad» y «personalidad».
La constitutiva historicidad y las posibilidades de la razón
Reconociendo la constitutiva historicidad del hombre y de su conocimiento,
no concluye en el historicismo o en una hermenéutica relativista, sino
que exalta la libertad creativa del ser humano, sobre todo en la capacidad
de verificar en la experiencia las formas de estar en la realidad transmitidas
por la tradición; criticando las pruebas tradicionales de la existencia
de Dios, lleva de la mano al lector a descubrir la propia originaria religación
y la racionabilidad de una entrega libre a la Realidad, fundamento último
de todas las cosas.
La verdad «acontece» en un encuentro
Veinte años después de su muerte, Xavier Zubiri, este hombre “menudo” entusiasta
por la realidad, aparece cada vez más como un gigante de la filosofía,
que espera encontrarse todavía con hombres inquietos, para liberar y
revelar todas las fecundas potencialidades de su pensamiento; porque la verdad
racional (y es uno de los temas más interesantes de su filosofía)
no es una «cosa» que se puede recibir pasivamente, sino «suceso»,
evento que acontece siempre y sólo en la experiencia personal de un
encuentro.
* La primera parte del artículo se publicó en Huellas, septiembre
2003, pp. 52-54.
www.zubiri.net
(Fundación Zubiri en Madrid);
www. zubiri.org
(Fundación Zubiri Norteamérica, en inglés
y en español).