SOCIEDAD
Contra el “más” fundamental de todos
los derechos
Arabia, Sudán, Turquía, Pakistán, India, China...
Un mapa de las persecuciones de las distintas religiones en todos los países
del mundo. De todas ellas, quienes con más contundencia padecen las violaciones
contra la libertad religiosa son los cristianos. Una hecatombe que no puede dejar
indiferente y de la que, sin embargo, tan pocos hablan
CAMILLE EID
También el 2002 será recordado por la Iglesia como un año «negro».
En todo el mundo, sólo entre cristianos, ha habido 938 muertos, 629 heridos
y más de cien mil arrestados por motivos relacionados con la falta de
libertad religiosa. Una hecatombe estresante y silenciosa que no puede dejar
impasible. Ésta es la dramática fotografía que se extrae
del Informe 2003 sobre libertad religiosa en el mundo realizado por la sección
italiana de Ayuda a la Iglesia que sufre (ACS), movimiento que en 1947 fundó el
padre Werenfried van Straaten, más conocido como “Padre Lardo”,
desaparecido el pasado 31 de enero. Por quinto año consecutivo, el volumen
pone al día del via crucis de todas las religiones en todos los países;
aunque enseguida se percibe que, en la mayoría de los casos, los primeros
en padecer las violaciones contra la libertad religiosa son precisamente los
cristianos. Un largo elenco que atraviesa los continentes: persecuciones físicas,
trabas administrativas y legislativas que limitan todavía más lo
que el Papa define como «el “más” fundamental de todos
los derechos».
En los países del “área verde”
Los vencedores de este negativo palmarés son, una vez más, los
llamados países del “área verde”, es decir, los de
mayoría islámica. Un vasto gulag donde a los pocos progresos registrados
en un lado u otro hay que contraponer la expansión del Sharia. Arabia
Saudita es el primero de éstos, donde se sigue negando la libertad religiosa
más elemental a más de seiscientos mil cristianos, constreñidos
a la clandestinidad religiosa. En 2002 las expulsiones de cristianos sorprendidos
rezando se cuentan por decenas: trece fieles de diferentes nacionalidades arrestados
en Yeddah; dos católicos filipinos arrestados en abril en Abqaq y condenados
a cientocincuenta latigazos antes de ser expulsados; veintiséis cristianos,
sorprendidos por la policía religiosa en dos habitaciones en Riad donde
se requisaron no sólo Biblias, sino también sillas, instrumentos
musicales y micrófonos; once fieles originarios de Etiopía y de
Eritrea retenidos en Jeddah y expulsados posteriormente...
Tres médicos asesinados
En otros países este acoso tiene forma de “persecución administrativa”.
En la actual Turquía laica se cita el caso de un sacerdote llevado a los
tribunales acusado de «introducir modificaciones irregulares en la arquitectura
de una iglesia»; o la clausura de lugares de culto con pretextos varios,
hasta llegar a los obstáculos antepuestos al trabajo de Cáritas,
sospechosa de proselitismo. En la tolerante Jordania, una viuda cristiana tiene
que luchar para mantener la custodia de sus dos hijos después de que la
Corte de casación de Amman decidiera, sobre la base del Sharia, confiarlos
al tío musulmán. En Pakistán y en Yemen, en cambio, se trata
de un sucederse de atentados contra los cristianos de allí o los misioneros
que allí trabajan, como el que vimos el 30 de diciembre, en el que murieron
asesinados tres médicos americanos, un atentado perpetrado por un integrista
islámico yemenita que explicó que con su disparatado gesto quería «estar
más cerca de Dios» porque los médicos intentaban difundir
el cristianismo en tierra islámica.
En África impresionan las cifras, trágicamente altas, del precio
pagado por los cristianos por profesar su fe. Desde Sudán donde, contrariamente
a sus afirmaciones, el gobierno sigue aplicando sentencias de amputaciones de
manera sistemática contra cristianos acusados de robo, hasta Nigeria,
donde un artículo considerado blasfemo publicado con ocasión del
concurso de Miss Mundo provocó la muerte de más de doscientos cristianos,
exacerbando la conflictividad suscitada por la introducción del Sharia
en una docena de estados de la Confederación.
Imposición de la cultura hindú
Las violaciones se tiñen de rojo cuando se sitúan en el bloque
comunista. El Informe examina minuciosamente el caso de la China popular en la
que el acoso contra la Iglesia sólo se explica a raíz del fracaso
de más de cuarenta años de política religiosa, concretada
en sistemáticas persecuciones y control de los fieles. La nueva regulación
de obispos y comunidades pretende de este modo someter en la práctica
la vida de la Iglesia a las decisiones políticas, con el riesgo de reducir
a la Iglesia local a la categoría de secta.
No menos alarmante es la situación en el área hindú. En
India está en curso desde hace años el proceso de “azafranización” de
la cultura que pretende imponer en las escuelas e instituciones la cultura hindú fundamentalista,
cosa que, por otro lado, genera preocupación entre los católicos.
En muchos estados de la Confederación está vigente además,
con diferentes denominaciones, una ley anti conversión dirigida a desalentar
la actividad misionera. En el país de Ghandi prosiguen los actos vandálicos
e intimidadores contra la Iglesia y sus fieles, como demuestran las graves agresiones
y saqueos sobradamente comprobados en Bangalore, Somasca y Sanjeli.
Un volumen de denuncias – tan alarmantes como documentadas – que
sólo el aumento de la sensibilidad de los creyentes puede impedir que
se conviertan en letra muerta.